Análisis | pacto de la Casa Amarilla es un "retroceso con disfraz de avance" del madurismo
El politólogo Ricardo Ríos, presidente de la consultora Poder & Estrategia, señala que el debilitamiento del liderazgo de Juan Guaidó, desde que asumió las competencias del poder ejecutivo el pasado 23 de enero, está dando lugar a que otros partidos busquen fórmulas alternativas para enfrentar la crisis; sin embargo, califica de «retroceso con disfraz de avance» la mesa de diálogo que montó el gobierno de Nicolás Maduro con sectores minoritarios de la oposición.
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El especialista observa como muy complicado que se llegue a un acuerdo para designar un nuevo Consejo Nacional Electoral, cuya única fórmula probable sería la suma de los votos del Psuv, Acción Democrática y los siete diputados que responden a los grupos minoritarios que firmaron el pacto de la Casa Amarilla.
«Ahora, esa fórmula parece imposible, porque ninguna fuerza política tiene la capacidad de aglutinar los 112 votos que son necesarios para elegir un nuevo CNE. En mi opinión, este es el gran tema que va a definir si esta mesa es una jugada burocrática para ganar tiempo, que sería de muy poco días, o si es una reconfiguración real del tablero político. Si se elige en la AN debería haber un acuerdo amplio que, por ahora, luce muy difícil. Si la elección cae en el TSJ, la jugada de Madiro tendrá muy poco impacto».
– Retroceso con disfraz –
Para Ríos, el gobierno de Maduro se vio obligado a poner en debate la permanencia de la Asamblea Nacional Constituyente, porque si regresa a la Asamblea Nacional dejaría por sentado que este es el parlamento legítimo.
«La Asamblea Nacional Constituyente ya no le sirve al gobierno de Maduro como órgano parlamentario, porque está muy deslegitimada, en el exterior muy pocos la reconocen, de modo que ya es un órgano que se agotó», sentencia Ríos.
«Con el agotamiento de la ANC viene un reconfiguración interna de la fuerza oficialista, porque la ANC va a morir progresivamente si el chavismo regresa a la AN, lo que disminuye el poder institucional y circunstancial que tiene Diosdado Cabello, aunque conserva el dominio del partido e influencia en la FAN. La gran pregunta es si se va a reincorporar a la AN, porque regresar a un parlamento presidido por la oposición es reconocer que es el único organismo constitucional. Eso tiene mucho peso político, y no comprendo cómo algunos opositores no lo ven», explica el especialista en análisis político.
– El juego se abre –
La excarcelación del primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, representa el único fruto tangible, por ahora, del pacto de la Casa Amarilla, lo que no ha dejado de crear suspicacias, acicateadas en buena medida por el discurso del propio dirigente, quien ahora aboga por un diálogo amplio y pleno reconocimiento entre opositores.
Curiosamente, quienes lo esperaban en las puertas de Fuerte Tiuna fueron los abajo firmantes opositores de la iniciativa de diálogo promovida por el madurismo.
Para el politólogo de Ricardo Ríos, presidente de Poder & Estrategia, está claro que hay discusiones en el seno de la oposición y una fractura clara. El eslabón menos estable de la coalición opositora mayoritaria, en su opinión, es Acción Democrática que, históricamente, no ha estado cerca de Voluntad Popular, el partido del presidente de la AN y mandatario interino reconocido por más de 50 países, Juan Guaidó, salvo para cuestiones eminentemente tácticas.
«AD podría inclinarse por lograr un acuerdo para nombrar un nuevo CNE. Sería una jugada arriesgada, porque algunos creen que una posición como esa conduciría al partido hacia el mayor aislamiento, pero tiene el potencial de implosionar la estrategia de Guaidó, pero este es un escenario que, al día de hoy, parece muy poco probable», apunta.
Es más, el escenario que Ríos vislumbra es el nombramiento parcial de un CNE en el Tribunal Supremo de Justicia, lo que, a su juicio, pondría una losa en extremo pesada en el proceso de agotamiento del liderazgo de Nicolás Maduro, porque profundizaría la crisis política y, por ende, la económica.
Según la más reciente data recogida por la encuesta nacional de Poder & Estrategia, Maduro alcanza un 12% de respaldo, mientras Juan Guaidó acumula un 25%, poco que ver con su casi 60% de febrero o marzo.
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