Informe Especial | Un nuevo pacto institucional para recuperar a la economía
Venezuela necesita un nuevo pacto institucional para relanzar su economía, porque, de lo contrario, el riesgo de repetir constantemente políticas erradas va a lastrar una posible recuperación que el propio gobierno reconoce que será gradual.
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El diálogo abierto entre los sectores productivos y el Ejecutivo no solo debe suponer compromisos para los empresarios, como lo viene sugiriendo el discurso oficial, sino también el restablecimiento de un orden macroeconómico que soporte el esfuerzo titánico que se debe hacer, básicamente como tarea de los empresarios y emprendedores, junto con los trabajadores, para rescatar a la economía.
El control institucional por parte del sector político gobernante dificulta conseguir un necesario equilibrio de fuerzas que permita a los actores del mercado hacer su trabajo de ofrecer bienes y servicios a precios adecuados, establecidos conforme la evolución de la oferta y la demanda.
Parte del compromiso y de la nueva relación entre el gobierno y los empresarios debe ser lograr un acuerdo de orden macroeconómico, que contribuya fundamentalmente a terminar con la inflación, alcanzar equilibrio fiscal, establecer una adecuada estrategia monetaria que apoye los objetivos de reducción de la velocidad de los precios, y crear un marco para que los empresarios inviertan con niveles adecuados de riesgo.
No se trata de pedir protección, subsidios o preferencias. Si se habla en serio de acabar con el modelo rentista y sustituirlo por otro basado en la producción eficiente de bienes y servicios, las instituciones tienen que comprometerse con una reforma económica integral que reinserte al país en los mercados internacionales y consiga las inversiones que se necesitan.
Cuando la fuerza del poder político acrecienta su poder institucional, uno de los hechos económicos más frecuentes es que los déficits presupuestarios son financiados por la creación de dinero inorgánico.
Esta presión, indetenible, desde hace más de una década, del poder político sobre el Banco Central de Venezuela para que cree dinero sin que esta emisión, intensa y desordenada, tenga nada que ver con la política monetaria, lleva al poder político a reconocer que fabricar dinero es fácil, lo que trae como consecuencia un aumento del gasto público, ya que siempre será posible financiarlo creando dinero.
Esto explica la génesis de la creación desordenada de la base y de la oferta monetaria, permitiendo crecimientos muy fuertes de la tasa de inflación, que ya alcanzó niveles de hiperinflación.
La tragedia es que ya Venezuela se ubica entre las hiperinflaciones modernas más prolongadas, y el costo económico y social que se ha pagado por esta política ha sido en extremo elevado y doloroso.
Esta variación de las tasas de inflación cada año impide que la comunidad financiera, en especial los bancos, puedan anticipar o prever la evolución futura de los precios y, por lo tanto, las tasas de interés, si se busca que sean positivas con la finalidad de incentivar el ahorro, dificultan la posibilidad de financiamiento al sector productivo del país, haciéndose en nuestro caso mucho más complicado dado que la fijación de las tasa de interés está regulada por el BCV.
En el caso venezolano, el parámetro para medir el costo financiero no es la tasa de interés bancaria, pues esta es marginal en relación con la inflación, sino la variación mensual del tipo de cambio, dado que los créditos están indexados, lo que hace impredecible a un demandante de fondos poder manejar en su estructura de costos tal variable no anticipada.
Este es solo uno de los desajustes que se deben enfrentar para reencaminar a la economía.
En el Informe Privado de Aristimuño Herrera & Asociados de esta semana subraya la necesidad de que el gobierno y empresarios no solo acuerden treguas sobre la aplicación de regulaciones o beneficios para incentivar la producción, sino que lleguen a un consenso sobre un nuevo marco macroeconómico que haga sostenible cualquier intento de recuperación económica. Sin ese marco, el riesgo de crecer de forma insuficiente o de regresar a la recesión será muy alto.
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