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08/09/2020 11:35 AM
| Por AFP

Crece apetito por los bonos "basura" en los mercados financieros

Crece apetito por los bonos «basura» en los mercados financieros

Dan más dinero porque están consideradas inversiones de riesgo, pero su éxito entre los inversores da qué pensar en plena pandemia. La inyección de dinero a empresas consideradas como «basura» ha crecido como la espuma en estos últimos meses para hacer frente a la crisis.

El dudoso nombre que reciben estos títulos de deuda procede del inglés «junk bonds» o «bonos basura», también denominados de «alto rendimiento», porque la nota que les atribuyen las agencias de calificación es inferior a cierto valor.

A mediados de agosto, las emisiones de esta deuda de riesgo en Estados Unidos se elevaban a 274.000 millones de dólares en el año, más que en todo 2019, según datos de la agencia Bloomberg.

Europa por su lado ha registrado una «aceleración» al final del primer semestre según las agencias de calificación Fitch Ratings, alcanzando los 108.000 millones de euros en un año hasta junio en un mercado tradicionalmente menos desarrollado que el del otro lado del Atlántico.

«El apetito de los inversores por estos bonos de deuda procede de la búsqueda de rendimiento», explica Frederic Rollin, asesor senior de inversiones de Pictet AM, que insiste en la dificultad de encontrarla actualmente, mientras los mercados están alimentados abundantemente por los grandes bancos centrales.

Los bonos basura son de los pocos que proponen rendimiento en el actual entorno de bajísimos intereses.

– Bancos centrales –

La Fed apoya a las empresas degradadas recientemente por las agencias de calificación, como Ford u Occidental Petroleum, comprando directamente su deuda. El BCE compra por su parte la deuda de empresas bien calificadas, pero autoriza a los bancos a depositar los títulos convertidos en «basura» como garante cuando quieren pedir prestado.

Durante el verano, la prensa financiera se sorprendió con la empresa estadounidense de embalajes Ball Corporation, que paga unos intereses del 2,875% a diez años, lo nunca visto para una empresa cuya calidad de endeudamiento está considerada como «basura».

En comparación, la empresa farmacéutica Johnson & Johnson, que tiene la mejor nota posible (AAA), paga el 1,3% por un crédito a un plazo similar.

El fuerte aumento de los créditos «basura» también está ligado a la llegada a esta categoría de empresas cuya actividad, y por efecto de la calificación, fueron degradadas por el covid-19. Son conocidas con el nombre de «ángeles caídos».

En sus filas, el francés Accor que llegó a la categoría «junk» en agosto cuando la agencia S&P lo degradó.

No obstante, el grupo hotelero forma parte de las «estrellas» del sector de la deuda basura. Pero mientras las consecuencias económicas de la pandemia son todavía borrosas, ¿qué decir de las empresas cuya deuda se sigue vendiendo pero que siguen cayendo en degradaciones sucesivas?

«Las empresas que tenían algunas dificultades antes ahora tienen más», reconoce Alain Krief, responsable de la gestión de deuda para Edmond de Rothschild AM.

«Es ahí que tendríamos que hacer nuestro trabajo y no invertir a lo loco», agrega, citando algunas empresas de alquiler de coches o los fabricantes de equipos para el automóvil alemanes en Europa.

– Quiebras –

En el peor escenario de la crisis, la agencia S&P Global Ratings anticipa la quiebra del 11,5% de las empresas mal calificadas en Europa para junio de 2021, el peor nivel desde principios de los años 2000, y el 8,5% en el mejor.

Es el riesgo específico de esta crisis que ha visto movilizarse muy rápidamente a las autoridades. En lugar de permitir la quiebra inmediata, hay que esperarse a un «escalonamiento en el tiempo de las quiebras», dice Marina Cohen, al frente de la división High Yield Europe de Amundi AM.

«Hay liquidez a corto plazo, pero las empresas que no tienen la buena estructura de capital podrían lógicamente quebrar».

Mientras tanto, algunas podría transformarse en «zombies», grupos sostenidos de por vida a fondo perdido por los planes de ayuda de los gobiernos y la generosidad de los bancos centrales.

El presidente de Deutsche Bank Christian Sewing mostró su preocupación el miércoles: «Si una empresa de cada diez en Alemania se hace ‘zombie’ gracias a fondos de salvamento y a la suspensión de la presentación de quiebra (…) tendría un impacto serio sobre la productividad de nuestra economía».

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