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24/06/2023 06:16 PM

Vladimir Putin sofocó rebelión de mercenarios Wagner con garantías de impunidad

El portavoz del régimen de Vladimir Putin señaló que el acuerdo con la milicia rebelde Wagner evitó «un baño de sangre» a cambio de impunidad.

Vladimir Putin sofocó rebelión de mercenarios Wagner con garantías de impunidad

El gobierno del presidente ruso Vladimir Putin dijo que llegó a un acuerdo con el grupo paramilitar Wagner, que había iniciado un levantamiento armado contra Moscú, para «evitar un baño de sangre».

«El principal objetivo era evitar un baño de sangre, confrontación interna y enfrentamientos con resultados impredecibles», explicó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov e indicó que también esa era la meta de la mediación del líder bielorruso, Alexander Lukashenko.

El líder de la milicia rusa Wagner, Yevgueni Prigozhin, que encabezó un frustrado motín contra el ejército regular, se marchará a Bielorrusia, sin causa judicial abierta en su contra ni contra sus hombres, anunció el Kremlin.

«La causa judicial en su contra se retirará. Se irá a Bielorrusia«, declaró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en alusión al jefe de Wagner. «Nadie juzgará (a los combatientes), tenida cuenta de sus méritos en el frente» del conflicto con Ucrania, agregó.

El gobierno ruso considera «impensable» que el frustrado motín de la milicia Wagner afecte a la ofensiva militar en Ucrania, afirmó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

«La operación militar especial continúa. Nuestros militares han conseguido rechazar la contraofensiva ucraniana», declaró.

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El gobierno de Vladimir Putin considera «impensable» que el frustrado motín de la milicia Wagner afecte a la ofensiva militar en Ucrania, afirmó el portavoz del Kremlin.

La rebelión Wagner: el último gran desafío a Putin

La rebelión de la milicia Wagner confrontó a Vladimir Putin a uno de los mayores desafíos de sus más de dos décadas en el poder, durante las cuales acalló a la oposición y trató de reconstruir una «Gran Rusia» mermada por el derrumbe de la Unión Soviética.

La irrupción

En agosto de 1999, Boris Yeltsin, primer presidente de Rusia tras el desmembramiento de la Unión Soviética, nombra primer ministro a alguien casi desconocido, Vladimir Putin. Este exjefe del FSB (ex-KGB) se hace rápidamente con una imagen de hombre fuerte en un país traumatizado por una serie de atentados atribuidos a los independentistas chechenos, que dejaron casi 300 muertos.

Yeltsin, debilitado por la enfermedad y el alcohol, dimite el 31 de diciembre y Putin lo sucede en las elecciones presidenciales de marzo de 2000.

Guerra de Chechenia

De 2000 a 2009, el conflicto contra los rebeldes chechenos e islamistas, marcado por las atrocidades y los bombardeos de Grozni, causa decenas de miles de víctimas.

Varias tomas de rehenes reivindicadas por la rebelión terminan en operativos letales de las fuerzas rusas, como en el teatro de Moscú (850 rehenes y 130 muertos) y en un colegio de Beslán, en Osetia del Norte (más de 1.000 rehenes y 330 muertos, de los cuales 186 niños).

Primera vuelta de tuerca

Durante sus dos primeros mandatos, Putin refuerza su influencia en el Parlamento, coloca a los gobernadores regionales bajo el control de Moscú, refuerza el FSB y mete en vereda a los medios de comunicación y a los poderosos oligarcas.

Mijaíl Jodorkovski, propietario del grupo petrolero Yukos, resiste y sirve de ejemplo: pasa 10 años en la cárcel.

En 2006, la muerte de la periodista crítica con el poder Anna Politkovskaya y el envenenamiento con polonio-210 del exespía ruso Alexander Litvinenko levantan una ola de indignación mundial.

El paréntesis Medvedev

La Constitución prohíbe un tercer mandato consecutivo y Putin designa como su sucesor a su subordinado Dmitri Medvedev, elegido el 2 de marzo de 2008 sin reales rivales. Sin perder un ápice de su influencia, Putin se convierte en primer ministro.

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Guerra en Georgia

En agosto de 2008, el ejército ruso interviene en Georgia, una antigua república soviética candidata a la OTAN, después de que el gobierno intentase retomar el control de un territorio separatista prorruso. Moscú aplasta al ejército georgiano.

El regreso

A finales de 2011, estalla una ola de protestas tras acusaciones de la oposición de fraude en las elecciones legislativas. Decenas de miles de personas se manifiestan cada semana en Moscú.

Putin, reelegido presidente en marzo de 2012, reprime brutalmente las marchas.

La «Gran Rusia»

Putin quiere restablecer la «Gran Rusia» con la anexión, en 2014, de la península ucraniana de Crimea, con el pretexto de combatir una revolución en Kiev, impulsada, según él, por las potencias occidentales.

Esta operación desencadena una guerra en el este de Ucrania con los separatistas prorrusos.

Siria

A partir de 2015, el ejército ruso apoya al presidente sirio Bashar al Asad, cuyas tropas se enfrentan a fuerzas rebeldes y yihadistas.

La intervención salva al régimen y Rusia gana peso en Oriente Medio, sobre todo después de bombardear masivamente ciudades como Alepo.

Borrar la oposición

Desde 2020, el Kremlin lanza una política de represión sistemática. Su principal víctima es Alexéi Navalni.

Este enemigo jurado de Putin, que, tras haber sobrevivido a un envenenamiento –que él atribuye al Kremlin–, purga una pena de nueve años de cárcel y podría ser condenado a tres décadas de reclusión en un juicio que se está llevando a cabo actualmente.

Organizaciones no Gubernamentales de Derechos Humanos, páginas de internet, medios de comunicación y redes sociales críticas son bloqueadas en Rusia.

Invasión de Ucrania

El 24 de febrero de 2022, Putin envía su ejército a Ucrania, argumentando que quiere salvar a la minoría rusa en el país y «desnazificar» a esta antigua república soviética, a la que ve como demasiado cercana a la OTAN.

Rebelión de mercenarios

En un discurso televisado el 24 de junio de 2023, Putin denuncia una «amenaza mortal» y el riesgo de una «guerra civil» ante la rebelión dirigida por el jefe de la milicia de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, contra el mando militar ruso, al que acusa de haber bombardeado a sus tropas.

Los combatientes de Wagner inician una marcha hacia Moscú, pero por la noche Prigozhin anuncia que da marcha atrás para evitar un derramamiento de «sangre rusa».

El presidente bielorruso, Alexander Lucashenko, había anunciado poco antes que había obtenido el acuerdo de Prigozhin para poner fin al avance.

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