29/12/2025 08:15 AM
| Por Alejandro Ramírez Morón (Exclusivo para Banca y Negocios)

#Exclusivo: PIB agrícola termina 2025 con crecimiento de entre 5% y 6%, pero 2026 luce incierto

Mirando hacia el 2026, la sostenibilidad del crecimiento del agro venezolano estará intrínsecamente ligada a la superación de cuellos de botella estructurales.

#Exclusivo: PIB agrícola termina 2025 con crecimiento de entre 5% y 6%, pero 2026 luce incierto

El sector agropecuario venezolano ha experimentado un crecimiento gradual pero palpable en los últimos años, un proceso que se consolidó de manera significativa durante 2024, a pesar de los persistentes desafíos macroeconómicos y de infraestructura.

Este período estuvo marcado por un incremento en la producción de rubros clave, impulsado en parte por una mayor coordinación entre el sector público y privado, la focalización en la sustitución de importaciones y, en algunos casos, por el alivio o flexibilización de ciertas restricciones.

Sin embargo, la expansión en 2024 se desarrolló sobre una capacidad instalada aún reducida y se vio limitada por la escasez de financiamiento accesible, la alta dependencia de insumos importados y los problemas crónicos de vialidad y distribución, elementos que mantuvieron en tensión la estructura de costos y la competitividad de los productores nacionales.

La dinámica para el año 2025 se presentó con un escenario de optimismo cauteloso, con una continuación de la tendencia de crecimiento, aunque posiblemente a un ritmo más moderado.

Las proyecciones económicas generales para Venezuela apuntan a una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) que, aunque impulsada principalmente por el sector petrolero, genera un efecto indirecto positivo en la demanda de alimentos y en la capacidad de importación de insumos agrícolas.

Se espera que la agenda de trabajo se centre en la adopción incipiente de tecnología (como la agricultura de precisión y la digitalización) y en programas específicos para fortalecer la soberanía agroalimentaria, incluyendo el impulso a la producción de cárnicos (como el sector avícola y porcino) y rubros con potencial exportador como el café y el cacao.

No obstante, el factor inflacionario y la inestabilidad cambiaria continúan siendo riesgos latentes que podrían socavar la rentabilidad y la planificación a largo plazo de los agricultores.

#Exclusivo: PIB agrícola termina 2025 con crecimiento de entre 5% y 6%, pero 2026 luce incierto

Fuente: Fedeagro

Mirando hacia el 2026, la sostenibilidad del crecimiento del agro venezolano estará intrínsecamente ligada a la superación de cuellos de botella estructurales.

La proyección más favorable dependerá de una inversión sostenida y masiva en la recuperación de la infraestructura (riego, almacenamiento, vías de penetración), la reactivación de un sistema crediticio accesible y la garantía de seguridad jurídica que promueva la inversión extranjera y privada a gran escala.

La posibilidad de un crecimiento más sólido y diversificado en este horizonte se basará en la consolidación de nichos de exportación, la transferencia efectiva de conocimiento y tecnología para aumentar los rendimientos por hectárea.

Igualmente, es necesaria la implementación de políticas que mitiguen el impacto del cambio climático y fomenten prácticas agrícolas más ecológicas y resilientes para sentar las bases de una verdadera soberanía agroalimentaria.

El rey mazorca

Saúl Elías López es Ingeniero Agrónomo venezolano con una destacada trayectoria en el sector. Actualmente, es conocido principalmente por su rol como presidente de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Agrónomos y Afines (SVIAA).

Para arrancar, toma el caso del maíz, “que es el cultivo que más se siembra en Venezuela”, comenta. Dice que en este rubro hubo una ligera caída con respecto a 2024. “Se estima que sea una merma de unas 30.000 hectáreas”, precisa al dedillo.

¿Qué produjo esto? López explica que la merma leve verificada en el maíz “fue producto del cambio climático”, y apunta que las mayores pérdidas se dieron en el estado Portuguesa. “Eso fue reconocido por el mismo Poder Ejecutivo”, indica el vocero.

En Portuguesa, estuvieron “efectivas unas 80.000 hectáreas”, va cocinando a fuego lento. Pero la provisión era de alrededor de 120.000 hectáreas de cosecha.

#Exclusivo: PIB agrícola termina 2025 con crecimiento de entre 5% y 6%, pero 2026 luce incierto

«Hay una recuperación en varios rubros. Los más golpeados los hortícolas, porque sigue existiendo mucha competencia desleal desde Colombia. En Venezuela no hay casi financiamiento»: Saúl Elías López, presidente de la SVIAA.

¿Cambio climático?

Pero, ¿Cómo fue que el cambio climático nos arruinó la fiesta? “En el pre húmedo, que es en el mes de abril, llovió por encima de los promedios históricos. Los que sembraron, perdieron mucho en esos meses. Y los que quisieron sembrar no pudieron, porque los suelos no estaban aptos para la preparación”, expone el también profesor de la UCV.

Guárico -revela- por primera vez rebasó a Portuguesa en producción de maíz, en los últimos cinco años.

“En el caso del arroz, hay una recuperación sostenida de 2020 para acá. La gente está sembrando más arroz en la época seca usando el sistema de riego, tanto en Guárico como en Portuguesa. Entre maíz y arroz suman unas 114.000 hectáreas cultivadas”, despacha sin ambages.

El dirigente gremial da buenas noticias. Sigue registrándose una recuperación en rubros como cacao y café, los cuales se están “exportando más que el año pasado. Igualmente frijol chino que este año tiene una muy buena previsión para la exportación».

«Pudiéramos vender directamente a China -se está actualmente en esa evaluación de protocolo-, la palma africana ha crecido mucho en el sur del Lago de Maracaibo, se han incorporado mucha más superficie; puede superar sin problemas las 60.000 hectáreas”, desgrana el ingeniero Saúl Elías López.

-A ver, ¿hay un renacer en el agro de Venezuela?

-Hay una recuperación en varios rubros. Los más golpeados los hortícolas, porque sigue existiendo mucha competencia desleal desde Colombia. En Venezuela no hay casi financiamiento. La Bolsa Agrícola de Venezuela existe, pero no todos pueden optar, por falta de garantías y recaudos.

El presidente de la SVIAA subraya que se espera erradicar la fiebre aftosa durante 2026 y podrá recuperarse la citricultura. La enfermedad llamada “Dragón Amarillo”, acabó con la siembra de naranja y limón, entre otros rubros.

La Cashea del agro

Por otra parte, López indica que han aparecido mecanismos de financiamiento alternos, como Crediagro que “es la Cashea del agro”, o sea, un mecanismo de crédito bajo el formato “compre ahora, pague después”, avanza en su discurso. En este caso, la diferencia es que con Crediagro el “algoritmo es agrícola”, precisa López.

Clabe Capital -presente en la Bolsa de Valores de Caracas (BCV)-, ha beneficiado a 400 pequeños productores familiares, durante cuatro meses, y ha funcionado muy bien. Si los privados siguen financiando “a pulmón” se colapsará tarde o temprano, opina.

Ya para despedirse, dice que así en ganado vacuno como bufalino se está cubriendo la demanda interna.

“Es importante el tema de la exportación: café, cacao, mango, entre otros. Pero es un porcentaje muy bajo del PIB. Los camarones abultaban el aporte al PIB, pero es un nicho donde se han producido problemas legales. Ha disminuido, pero la exportación de camarones generaba 300 millones de dólares, a lo largo de un año”, concluye.

Maíz

El maíz es el cultivo que más se siembra en Venezuela y registró una ligera caída con respecto a 2024.

El crecimiento se mantuvo en 2025

De su lado, el Alejandro Gutiérrez es un destacado economista venezolano con una sólida trayectoria en el ámbito académico y de la investigación, especialmente en temas de economía agrícola y agroalimentaria. Es Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela.

“Todas las fuentes consultadas, incluidas las oficiales, reportan para 2025 un crecimiento del PIB en el rango del 0,5 % (FMI), 6% (CEPAL) y del 9 % (gobierno). Eso significa que la economía venezolana ha aumentado el PIB por quinto año consecutivo, impulsada por el crecimiento de la producción petrolera, gracias a la extensión de la licencia del gobierno de Estados Unidos a Chevrón desde julio 2025”, arroja un manto de contexto inicial.

Y, entonces, hila fino: “En ese contexto, el PIB agrícola y de la industria de alimentos también creció, aun cuando esa recuperación está lejos de los mejores años. En 2025 hubo un leve crecimiento de la producción de maíz (caída en Portuguesa y aumento en el estado Guárico), mientras que en el caso del arroz se reportó un crecimiento que podría superar el 15% respecto a 2024”, da cada puntada con precisión matemática.

También los gremios -asevera el PhD en Estudios del Desarrollo (Centro de Estudios del Desarrollo / UCV)- han reportado un crecimiento de la producción de caña de azúcar de entre 15% y 20%, palma aceitera, café, cacao, avícola (carne de aves y huevos), carne de cerdo y leche.

“Estimamos que el PIB agrícola termina este año con un crecimiento en el orden de entre 5% y 6%, y esa ha sido la tasa promedio anual de crecimiento para el período 2020-2025”, no deja grietas.

Voz autorizada en el análisis de la situación económica y agroalimentaria de Venezuela relata cómo “las exportaciones agroalimentarias debieron crecer en 2025, aun cuando no existen cifras oficiales, impulsadas por el crecimiento de café y cacao, además de las ya tradicionales en productos del mar, camarones, frutas tropicales, frijol chino, y algunos productos de la industria de alimentos”, va redondeando.

Pero, la balanza comercial agrícola siguió siendo negativa -cincela con cuidado-, “debido al mayor valor de las importaciones agroalimentarias de cereales (trigo, maíz blanco y amarillo), arroz, azúcar, soya, aceites crudos y grasas de origen vegetal, así como de productos de la industria alimenticia”.

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La disponibilidad de alimentos ha aumentado en Venezuela, pero la inseguridad alimenticia sigue siendo elevada.

Alimentos por habitante

Más claro no canta un gallo: “Un crecimiento de la producción agroalimentaria (agrícola y de la industria de alimentos), asumiendo que las importaciones de alimentos se han mantenido estables, implica un aumento de la disponibilidad de alimentos por habitante, por lo que, en términos agregados, este indicador debería haber aumentado”.

Entonces, ¿Qué prevén las proyecciones macroeconómicas? Un aumento del consumo privado, “lo que seguramente se tradujo en un incremento del consumo de alimentos en 2025. Eso no significa que la inseguridad alimentaria de la población sea un problema superado, pero obviamente la disponibilidad ha mejorado con respecto a 2020 y 2021”.

Alejandro Gutiérrez se prepara para rematar. Las tasas de pobreza de los hogares -afirma- siguen siendo muy altas y la desigualdad en la distribución del ingreso se mantiene en niveles elevados. “Estos factores inciden negativamente en la seguridad alimentaria de los hogares pobres. El último informe de FAO reportó una disminución de la prevalencia de subalimentación en los años 2022-2024”, apuesta por un equilibrio sensato.

“Las perspectivas para 2026 son inciertas, condicionadas por la crisis política que afecta al país. Sin embargo, en un escenario optimista se espera que continúe aumentando la producción petrolera (sujeta a la extensión de la licencia petrolera a Chevron), una tasa de inflación superior a la de 2025, con un tipo de cambio oficial que continuará aumentando. En un escenario optimista, el PIB podría crecer un 5%; no obstante, el FMI proyecta para 2026 mayores tasas de inflación y decrecimiento del PIB en 3%”, da el tiro de gracia.

En definitiva, si bien el año 2024 sirvió como un recordatorio de las limitaciones estructurales y la necesidad de una inversión anual significativa para alcanzar la meta de la soberanía alimentaria, el 2025 termina como un período de consolidación de los avances logrados, con el reto persistente de superar los obstáculos del financiamiento y la logística.

El futuro del agro venezolano dependerá de la capacidad de transformar este crecimiento coyuntural en una productividad sostenible y diversificada, al aprovechar el potencial geográfico del país y asegurar el apoyo continuo al productor primario.

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