Venezuela envejece aceleradamente: 35% de los hogares está integrado por adultos mayores que viven solos
Datos del Instituto del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB indican que en Venezuela viven 51 adultos mayores por cada 100 menores de 15 años.
La profesora Anitza Freitez, coordinadora de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), reiteró que, en Venezuela, la población vive un “acelerado proceso de envejecimiento” (51 adultos mayores por cada 100 menores de 15 años), por lo que la situación de dependencia del adulto mayor va a ser más alta que la relación de dependencia infantil.
A partir de datos extraídos de la encuesta, que el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UCAB realiza desde 2014, Freitez detalló que, juntos, los adultos mayores y los dependientes infantiles, son 65 por cada 100 personas en edad activa. Además, 35% de los hogares en Venezuela están integrados por una pareja de adultos mayores o por un adulto mayor que vive solo.
«Eso supone que la demanda de cuidados y la prestación de servicios para atender esos cuidados tiene que cambiar progresivamente y no es lo que estamos viendo en el país. La institucionalidad pública la vemos que está muy alejada de estos temas», señaló
Cambios demográficos que exigen atención
La profesora Anitza Freitez abundó en detalles sobre los cambios demográficos que está sufriendo el país, entre los que resaltan que «uno de cada cinco hogares tiene un niño de cero a cinco años de edad, susceptible de demandar cuidados», que «uno de cada tres hogares tiene un adulto mayor» y que, mientras el 63% de los niños de entre 3 a 5 años va a la escuela, hay un tercio que no va.
Respecto a las mujeres, Freitez dijo que la feminización de la jefatura de los hogares, que ya ENCOVI la había detectado a partir de 2018, sigue subiendo y, en la última medición, alcanzó el 50%.
A este panorama se agregan datos que apuntan hacia la mayor carga sobre hombros de las mujeres, como que el 71% de ellas es la que brinda acompañamiento pedagógico a los escolares en casa. Como consecuencia, reportan el doble de veces que los hombres, faltas al trabajo la semana anterior por quedarse al cuidado de los hijos. La proporción se dispara a seis veces más cuando la pregunta es por qué no se busca empleo, aunque se manifieste el deseo de tenerlo.
La profesora destacó que, en más de 40 años como investigadora en demografía, es la primera vez que puede ver detrás de grandes masas de números –los datos levantados para la ENCOVI– «y ponerle identidad y rostro a lo que venimos señalando sobre la crisis y en relación con la vida precaria que está llevando una porción importante de nuestros adultos mayores».
A propósito del tema, la experta en demografía dio a conocer investigaciones que han desarrollado o están adelantando, desde el IIES UCAB, para las perspectivas sobre el derecho al cuidado, y que son una ampliación de los aprendizajes logrados con la década de estudios de la ENCOVI.
La primera que mencionó, «La investigación de la gestión del cuidado a través de la ENCOVI», parte de la extensión del cuestionario aplicado para levantar la encuesta, que desde 2024 incorporó preguntas para saber cuál es la situación del cuidado en Venezuela.
El segundo trabajo, enfocado en la transnacionalización del cuidado, es un estudio comparativo entre los casos de Venezuela y Siria, realizado en conjunto por la UCAB y la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), y coordinado desde Alemania por la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes de Friburgo (HETS-FR), todo con fondos de la Fundación Suiza para la Investigación.
El cuidado dejó de ser un problema privado
El profesor y sociólogo Francisco Coello resumió en breves reflexiones un asunto clave: el quién se ocupa del cuidado de los adultos mayores y/o de los niños «se volvió un problema político porque ya no es un asunto privado, sino público».
«Tenemos que empezar a preguntarnos por el derecho al cuidado de todos los venezolanos«, afirmó Coello, que habló de «cifras escalofriantes» de Cáritas de 2024, según las cuales «cerca de 800 mil niños fueron dejados atrás» a causa de la migración masiva. Se preguntó cómo será la reinserción social y familiar de esas personas en el futuro y cuál puede ser su éxito académico.
Mencionó el sociólogo datos relevantes del estudio PsicoData y afirmó que en Venezuela «tenemos una sociedad enferma, con severos problemas de sueño, de ansiedad, de estrés, de angustia, de soledad» y esa situación convoca a toda la sociedad.
También consideró que el derecho al cuidado, tal y como lo perfiló la Corte Interamericana de Derechos Humanos, «es una versión más refinada, más elaborada, de lo que es el estado de bienestar».
El peso del cuidado recae sobre la mujer
Yolanda Cañoto analizó el derecho del cuidado desde la perspectiva de la psicología de la salud, «una rama que estudia los componentes psicológicos, conductuales y sociales de la salud y de la enfermedad, para aplicar principios o intervenciones que garanticen una mejora en el bienestar general«, dijo.
Enfatizó que procurar cuidados a otros es algo complejo que requiere distintas habilidades. No es lo mismo atender a un adulto mayor que a un niño, y no basta con la buena voluntad, precisó. «Se requieren conocimientos, empatía, disposición y fortaleza emocional», pues acarrea mucho estrés.
«El derecho humano al cuidado es un derecho que implica dignidad, respeto y apoyo. Desde la psicología de la salud lo que se busca es fortalecer las prácticas de los cuidadores para que puedan proporcionar cuidados adecuados», comentó. También se refirió al autocuidado como una necesidad y no un lujo.
Cañoto puso de relieve las situaciones de interseccionalidad que se presentan, por ejemplo, en el caso de menores de edad dejados atrás por los venezolanos que emigraron, niños y niñas que quedan al cuidado de adultos mayores o de otros menores de edad. Asimismo, en los casos de cuidadores que, a su vez, necesitan cuidados. Ese doble rol, indicó, suele caer sobre las mujeres.
Citó un estudio propio hecho para el CIEI, levantado con data de los usuarios del Centro de Salud Santa Inés, en el Parque Social «Manuel Aguirre, S.J.» de la UCAB.
«Encuestamos a 321 cuidadores de adultos mayores. El 81% eran mujeres, con una media de edad de 49 años. Cuidaban a personas con una media de edad de 76 años. El 70% de las personas que estaban cuidando tenía, además, una enfermedad. El 77% de las personas encuestadas, además de cuidar, tenía que ir a trabajar. 40% tenía una familia propia. El 95% de la muestra reportó que no tenía ninguna ayuda gubernamental», resumió la psicóloga sus hallazgos más relevantes.
«Cuidar debe ser una carga solidaria, debe ser una responsabilidad compartida, respaldada por roles sociales e instituciones y esto contribuye a la construcción de la sociedad en general», reflexionó la profesora Yolanda Cañoto al final de su exposición.
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