Nuevo borrador de la COP30 elude la hoja de ruta para poner fin a los combustibles fósiles
En su primer borrador, Brasil lanzó la idea de una «hoja de ruta» para dejar atrás los combustibles fósiles, un tema que enfrenta fuertes resistencias de un grupo de países productores de petróleo.
La presidencia de la COP30 que se celebra en Belém (Brasil) ha propuesto en la madrugada de este viernes, última jornada de la cumbre climática, un borrador de resolución que elude concretar la hoja de ruta para poner fin a los combustibles fósiles, una de las negociaciones claves de la cita.
El texto señala que las partes «reconocen que la transición global hacia bajas emisiones de gases de efecto invernadero y un desarrollo resiliente al clima es irreversible y la tendencia del futuro», y «elogian a las 80 partes que han comunicado estrategias de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero e insta a las que aún no lo hayan hecho a que comuniquen dichas estrategias lo antes posible».
Pero el borrador no hace referencia a la demandada ‘hoja de ruta’ para decir adiós a los combustibles fósiles, pese a que este jueves una treintena de países remitieron una carta a la presidencia de la COP en la que aseguran que no apoyarán un texto que deje fuera este aspecto.
«No podemos apoyar un resultado que no incluya una hoja de ruta para implementar una transición justa, ordenada y equitativa que nos aleje de los combustibles fósiles», dicen los firmantes, entre ellos España.
«El mundo espera que esta COP demuestre continuidad y progreso tras el Balance Global. Cualquier cosa que no sea eso se consideraría inevitablemente un paso atrás», añade la carta.
Suscriben el mensaje Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chile, Colombia, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Fiyi, Finlandia, Francia, Georgia, Guatemala, Honduras, Irlanda, Islandia, Kenia, Liechtenstein, Luxemburgo, México, Mónaco, Países Bajos, Panamá, Palau, Reino Unido, República Checa, República de Corea, Suecia, Suiza, Tuvalu y Vanuatu, que consideran que la última propuesta de la presidencia de la COP «es un lo tomas o lo dejas» y «no cumple las condiciones mínimas necesarias para que los resultados de la COP sean creíbles».
El borrador, que aún debe ser negociado, se articula en torno a tres epígrafes: «Unidos en la celebración del décimo aniversario del Acuerdo de París», «De la negociación a la implementación» y «Responder a la urgencia».
En su articulado, reconoce «la necesidad de adoptar medidas urgentes y prestar apoyo para lograr reducciones profundas, rápidas y sostenidas de las emisiones de gases de efecto invernadero en consonancia con las trayectorias de 1,5 °C» y señala que «la financiación, la creación de capacidad y la transferencia de tecnología son factores fundamentales para la acción climática».
Entre las decisiones específicas que incluye el texto, figura el lanzamiento de un ‘Acelerador de la Implementación Global’ «para mantener el objetivo de 1,5 °C y apoyar a los países en la aplicación de sus contribuciones determinadas a nivel nacional y sus planes nacionales de adaptación».
También se incluye la puesta en marcha de la ‘Misión de Belém a 1,5’, para «reflexionar sobre la aceleración de la aplicación y la cooperación internacional y las inversiones en las contribuciones determinadas a nivel nacional y los planes nacionales de adaptación en materia de mitigación y adaptación».
En busca de US$ 1,3 billones
Asimismo, se propone «impulsar urgentemente medidas que permitan aumentar la financiación destinada a la acción climática de los países en desarrollo, procedente de todas las fuentes públicas y privadas, hasta alcanzar al menos 1,3 billones de dólares al año para 2035″, y destaca «la urgente necesidad de seguir avanzando hacia el objetivo de movilizar al menos 300.000 millones de dólares al año para 2035 para la acción climática en los países en desarrollo, con los países desarrollados a la cabeza».
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, señaló este jueves que la vía para desatascar las negociaciones de la cumbre era un acuerdo que equilibrase las demandas sobre financiación y sobre el fin de los combustibles fósiles.
Frente a las divergencias, Guterres pidió «flexibilidad» y «voluntad» para avanzar en las discusiones y «mantener viva» la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados, establecida hace diez años en el Acuerdo de París.
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