La ONU se plantea una gran reestructuración ante su crisis financiera, agravada con Trump
La nueva política de Donald Trump ha sido especialmente negativa para ACNUR instancia que ha perdido un 40% de su financiación presupuestaria.

La crisis financiera que sufre en los últimos años la ONU se ha agudizado con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y sus recortes masivos a la cooperación internacional, lo que está forzando a la organización a plantearse el cierre, fusión o traslado de sus agencias especializadas para ahorrar costos.
Por ahora no hay decisiones firmes, pero desde que en marzo de este año el secretario general António Guterres anunciara un ambicioso plan para «mejorar la eficiencia» de Naciones Unidas, un proyecto bautizado como Iniciativa ONU80 por coincidir con el octogésimo aniversario de la organización, la inquietud del personal por el futuro de sus empleos es máxima.
«El plan de reforma, hecho con prisas y secretismo, no hace frente a la crisis de liquidez ni da apoyo a las personas que llevamos a cabo la misión» de la ONU, afirmó esta semana el presidente de la Unión de Empleados de Naciones Unidas en Ginebra, Ian Richards, en una rueda de prensa para comentar la iniciativa.
Agencias en más países
Guterres ha nombrado un grupo de trabajo para proponer posibles «cambios estructurales», liderado por el exdirector general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Guy Ryder.
Aunque sus propuestas son por el momento materia confidencial, la filtración de algunas a la prensa en las que se sugiere fusionar agencias o sacarlas de ciudades «caras» como Ginebra o Nueva York ha puesto en alerta al personal de la ONU, que en la ciudad suiza incluso se movilizó el pasado Primero de Mayo frente a su sede por la defensa de sus empleos.
«Se habla por ejemplo de fusionar la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)«, mencionó la presidenta del Consejo de Personal de la primera de estas organizaciones, Nathalie Meynet, en la misma rueda de prensa.
La nueva política de Trump ha sido especialmente negativa para ACNUR, explicó la representante del personal de esa agencia, ya que de la noche a la mañana han perdido un 40% de su financiación presupuestaria y ello va a causar probablemente el despido de entre 3.000 y 4.000 trabajadores, de una plantilla de 15.000.
Similares recortes podría sufrir el Programa Mundial de Alimentos (PMA), para el que la contribución estadounidense suponía entre un 30 % y un 40 % del total, o el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), que pierde con los recortes norteamericanos un 20 % de sus fondos.
Deslocalización con riesgos
Según Laura Johnson, secretaria ejecutiva de la Unión de Empleados de Naciones Unidas en Ginebra, muchos países han interpretado el plan ONU80 de Guterres como una invitación a ofrecer sus ciudades como posibles nuevas sedes de agencias, y ya ha habido ofertas en este sentido por parte de Ruanda, Turquía o Catar.
Fuentes próximas a la ONU indican que países como Canadá, China o Alemania han ofrecido ser sedes de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios, de gran importancia en actuales conflictos como el de Gaza, o que algunas funciones de la OIM podrían llevarse a la ciudad española de Valencia.
Para los representantes del personal de la ONU en Ginebra esta descentralización podría complicar la coordinación dentro de las agencias o entre unas y otras y sin reducir costes, o incluso aumentándolos.
«No está claro que estas mudanzas vayan a facilitar las cosas a la organización», aseguró Richards, quien también advirtió que muchos países de rentas bajas que ahora sólo tienen representantes ante la ONU en Nueva York y Ginebra, podrían quedar fuera de los debates si se llevan importantes agencias a otras ciudades, ya que podrían carecer de fondos para multiplicar sus misiones multilaterales.
En el caso de Ginebra, por otro lado, llevar a otros países algunas de las agencias que acoge la ciudad sería un duro golpe para Suiza, después de que sus autoridades a distintos niveles hayan sufragado buena parte de los 840 millones de dólares que está costando la gran obra de restauración del Palacio de las Naciones, la sede europea de la ONU que en su día acogió la Sociedad de Naciones.
La obra, que está suponiendo obras de remodelación del histórico edificio durante prácticamente toda esta década, podría acabar siendo un despilfarro si muchas agencias con oficinas en el edificio acaban mudándose a otras ciudades, advierte el personal en Ginebra.
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