La empresa icónica del cine Technicolor desaparece por quiebra, pero la marca sobrevive
Más de un siglo de historia del cine tuvo a Technicolor como una empresa fundamental; sin embargo, la compañía cerró por quiebra, pero la marca sobrevive en una nueva etapa.

Hay pocas empresas tan estrechamente identificadas con la magia cinematográfica de Hollywood como Technicolor.
Su estilizado nombre introdujo películas tan famosas como «Lo que el viento se llevó» y «Los caballeros las prefieren rubias,» así como las travesuras matutinas de los sábados de Bugs Bunny y sus amigos.
Cuando Gene Kelly, recién enamorado y cantando bajo la lluvia, se balancea en una farola, salta de la pantalla gracias al novedoso proceso de coloración de tres tiras de Technicolor. Cuando Dorothy sale de su Kansas en escala de grises y entra en la vibrante tierra de Oz, ve el mundo por primera vez no solo en color, sino en Technicolor.
Tan importante para la comercialización de una película como lo es hoy en día Imax para los éxitos de taquilla, Technicolor ha estado presente en 110 años de historia del cine, desde la edad de oro de Hollywood hasta la era del streaming actual.
Durante ese tiempo, la empresa, formalmente conocida como Technicolor Group, se transformó más allá del color en un extenso negocio internacional de efectos visuales y posproducción, que incluye gráficos en movimiento y animación.
Durante este año, dos de sus películas, «Lilo & Stitch» y «Misión imposible: El destino final», contribuyeron a que el Día de los Caídos batiera récords de taquilla. Sin embargo, en una saga digna de los dramas que procesó con gran fastuosidad durante décadas, estas serían sus dos últimas películas en llegar a la gran pantalla, porque cuando se estrenaron, Technicolor Group ya se había hundido y había sido liquidado sin mucha fanfarria a principios de este año.
Technicolor se fundió entre malas adquisiciones y reestructuraciones
Fuentes familiarizadas con las operaciones de la empresa atribuyen la caída de Technicolor a una serie de adquisiciones cargadas de deuda y reestructuraciones desordenadas, que se sumaron a las dificultades bien documentadas de la industria cinematográfica en general, precisa una nota de Bloomberg.
Aunque varias de las antiguas unidades de Technicolor han encontrado compradores, es probable que la mayoría de los acreedores no recuperen casi nada. Así lo indican los registros judiciales y las entrevistas con múltiples partes interesadas, asesores y antiguos empleados que pidieron no ser identificados al hablar de la liquidación.
Un portavoz de FHBX, la empresa que gestionó el proceso de venta en Francia, donde el grupo tenía su sede, se negó a hacer comentarios. La última directora ejecutiva de la empresa, Caroline Parot, y la consejera general, Stephanie Fougou, no respondieron a las solicitudes de comentarios.
Durante décadas, Technicolor dominó la posproducción de películas, gracias en parte a su avanzada tecnología, sus sólidas relaciones y su gran tamaño.

Technicolor logró un hito con la brillante fotografía de «Lo que el viento se llevó», legendaria película que ganó ocho Oscars en 1939.
Una historia de película
En la década de 1930, la empresa estuvo detrás del color de la primera película de Walt Disney Co., «Blancanieves y los siete enanitos». En las décadas siguientes, se expandió a efectos visuales y de posproducción más amplios, y finalmente añadió la publicidad y los videojuegos.
En 2016, Technicolor obtuvo una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. «Cuanto más crecían, mejor se volvían», afirma Daniel Jurow, fundador y director ejecutivo de la consultora Sevoir Group y director de operaciones de Technicolor para efectos visuales cinematográficos y seriados entre 2019 y 2022.
Jurow destacó su fuerte enfoque en la investigación y el desarrollo, así como su capacidad para atraer talento a su red de estudios globales.
Durante las décadas de 2000 y 2010, bajo la propiedad del conglomerado francés Thomson Multimedia, la empresa siguió una estrategia de crecimiento basada en grandes adquisiciones, entre las que se incluyen la compra en 2004 de MPC, una empresa de efectos visuales con sede en Londres, por unos 100 millones de dólares, y la adquisición en 2015 de The Mill, un estudio de efectos visuales que presta servicios principalmente al sector publicitario, valorado en casi 300 millones de dólares.
En 2010, la empresa matriz Thomson cambió su nombre por el de Technicolor SA para coincidir con el de su gran filial.
A medida que la empresa crecía, su deuda se disparaba, pero durante mucho tiempo sus ingresos crecieron más rápidamente. «Había un círculo virtuoso en ser más grande», dice Jurow, «hasta que se alcanzó un límite máximo».

Technicolor fue determinante en la magistral Blancanieves (1937), el primer largometraje animado de Disney.
Declive con fundido a negro
Fue entonces cuando las cosas empezaron a ir mal. Mientras la empresa se apresuraba a fusionar las unidades recién adquiridas, la dirección trasladó a algunos trabajadores fuera de sus áreas de especialización, lo que provocó un desgaste.
La fusión de los negocios publicitarios de Mill y MPC dio lugar a un grupo que, en conjunto, ganaba menos dinero, según fuentes familiarizadas con el asunto.
«Estaban avanzando muy rápidamente en reestructuraciones estratégicas con plazos muy ajustados, y eso se notaba», afirma Jurow, quien estaba en Technicolor cuando se llevó a cabo parte de la reorganización.
Technicolor también había estado ganando mucho dinero con la replicación de DVD, que llegó a su fin con los cambios tecnológicos.
Cuando la Covid-19 golpeó en 2020, trastocando los plazos de producción, Technicolor se acogió al Capítulo 15, un proceso de quiebra estadounidense que permite a las empresas extranjeras proteger sus activos en EEUU, mientras reestructuran sus deudas en su país de origen. En septiembre salió a la luz, reestructurada.
Con una carga de deuda más ligera, además de una demanda sin precedentes de servicios de efectos visuales tras la pandemia, Technicolor parecía que, después de todo, podría salir adelante a largo plazo.
En 2022, la empresa se dividió en dos entidades separadas. Una, centrada en los efectos visuales y la animación, conservó el nombre de Technicolor; estaba dirigida por Christian Roberton, ejecutivo de MPC desde hacía mucho tiempo, y la cual asumió una parte mayor de la deuda corporativa.
La otra empresa, denominada Vantiva, vendía servicios de Internet y hardware; inicialmente estaba dirigida por Richard Moat, director general de la empresa combinada antes de la división. Vantiva sigue siendo pública y continúa operando.
Unos meses antes de la escisión, el consejo de administración de Technicolor rechazó ofertas separadas de alrededor de 1.000 millones de euros (1.200 millones de dólares) de las empresas de capital privado CVC y Advent para adquirir Technicolor Creative Studios, como se denominaba la parte de la empresa dedicada a la creación visual, según fuentes familiarizadas con el asunto.
El consejo afirmó que el valor de ese negocio oscilaba entre 1.750 y 2.000 millones de euros, según una carta a la que ha tenido acceso Bloomberg. En su lugar, TCS salió a bolsa en París en septiembre con una valoración de unos 1.000 millones de euros.
Dos meses después de su salida a bolsa, Technicolor emitió una advertencia sobre sus beneficios y las acciones se desplomaron. La escisión de la empresa está siendo investigada por la AMF, el regulador del mercado francés, según fuentes vinculadas al proceso que pidieron no ser identificadas porque no están autorizadas a hablar sobre el tema.
Un portavoz de la AMF se negó a hacer comentarios.
Una crisis sistémica
Algunos de los problemas que han lastrado a Technicolor en los últimos años afectaban a todo Hollywood: márgenes cada vez más reducidos, más estudios desarrollando capacidades internas para efectos visuales y servicios de posproducción, una costosa guerra por los mejores talentos y, en 2023, dos huelgas simultáneas de guionistas y actores que agotaron la cartera de trabajo.
¿Y qué pasó con la marca Technicolor, que se asoció con tantas películas legendarias durante décadas? Fue comprada por 1,25 millones de euros por una empresa propietaria de una gran cantidad de denominaciones comerciales emblemáticas, entre ellas el clásico logotipo de RCA.
El comprador, Established, podría ceder la marca Technicolor a futuras empresas de servicios de posproducción o de software creativo, según afirma su director general, Hall O’Donnell.
«La marca goza de un gran reconocimiento en Estados Unidos y en todo el mundo», afirma al señalar, además, que los consumidores podrían volver a ver el nombre Technicolor en cualquier producto, desde ropa hasta tecnología de consumo, e incluso en una línea de pinturas para el hogar en colores vivos.
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