#Gerencia: Innovar sin inventar y la lección japonesa para Venezuela
La increíble fuerza del modelado empresarial tiene el poder de romper paradigmas y sembrar nuevas ideas. Para innovar no hace falta ser un genio, solo se necesita la apertura al aprendizaje y un proceso claro para evaluar cada nueva idea.

¿Cómo se innova en un país con una realidad tan única como la de Venezuela, que obliga a las empresas a ser creativas con recursos limitados?
Para encontrar la respuesta, no miremos a los titanes de la tecnología, sino a la historia de la posguerra en Japón. El ingeniero de Toyota, Taiichi Ohno, se enfrentó a un dilema existencial. A mediados del siglo pasado, mientras empresas como Ford producían miles de vehículos cada día, Toyota apenas lograba fabricar unos pocos cientos al mes. Copiar ese modelo de producción masiva era un suicidio financiero. Ohno sabía que necesitaba una nueva manera de producir.
Su genialidad no fue inventar algo de la nada, sino observar y adaptar. Se inspiró en los supermercados americanos, donde solo se reponía el producto que se vendía, y así, ideó el modelo Justo a Tiempo (JIT). El resultado fue transformador: eliminó el desperdicio, costos de inventario y logró que la calidad de sus vehículos alcanzara un nivel tal que, en un giro histórico, Toyota se convirtió en la primera automotriz no americana en superar a Ford en ventas en el mercado de Estados Unidos.
La lección es clara y relevante. El éxito de Toyota no fue un golpe de suerte; fue el resultado de una estrategia. ¿Qué claves empresariales podemos tomar de esta historia para ayudar a miles de empresas venezolanas a innovar y prosperar?

El «milagro japonés» fue impulsado por la filosofía del «Catch-Up» (ponerse al día). El gobierno y las empresas se hicieron una pregunta fundamental: ¿Cómo podemos acortar la brecha tecnológica sin perder años en el intento?
Venezuela: de la ruina a la oportunidad
La historia de Japón no es una anécdota lejana; es un espejo de nuestra realidad. Al igual que el país asiático después de la guerra, Venezuela no tiene el lujo de la inversión masiva en I+D (investigación y desarrollo). Nuestra escasez de capital y la diáspora de talento nos obligan a ser más ágiles e inteligentes a nivel empresarial. La clave no reside en la invención radical, sino en la adaptación estratégica.
El «milagro japonés» fue impulsado por la filosofía del «Catch-Up» (ponerse al día). El gobierno y las empresas se hicieron una pregunta fundamental: ¿Cómo podemos acortar la brecha tecnológica sin perder años en el intento? La respuesta fue simple: absorbiendo y perfeccionando las tecnologías, los procesos y los modelos de negocio ya probados en otros mercados.
La lección es clara y hoy nos resulta más relevante que nunca. En Venezuela, la innovación no es un acto de genio, es la capacidad de ver una solución que funciona en otro lugar y adaptarla a nuestra realidad. Lo vemos en la proliferación de plataformas de delivery, en los modelos de tiendas de moda rápida o en el software de gestión que simplifica procesos complejos. Esta es una estrategia espontánea que está ocurriendo en miles de empresas y emprendimientos.
La innovación, por naturaleza, es un proceso evolutivo que se construye sobre lo ya creado. Su verdadero valor no reside en la idea original ni en verla funcionar en otro país, sino en la maestría de adaptarla y optimizarla para mejorar la vida de las personas en un nuevo contexto económico y cultural. Para lograr ese objetivo, para mí es fundamental adoptar la siguiente metodología:

El empresario venezolano de hoy es un superviviente. Ha desarrollado una capacidad increíble para sortear obstáculos, improvisar y resistir.
La ecuación del éxito de innovar sin inventar: FACE
Para que esta adaptación sea una fuerza de crecimiento ágil y rápido, propongo una ecuación empresarial simple y poderosa, inspirada en el modelo japonés. Los cuatro pilares de esta fórmula forman el acrónimo FACE, que te guía en cada paso del proceso:
- Foco: define el foco de tu negocio al identificar una necesidad real y un problema sin resolver en tu mercado. Convierte los desafíos en oportunidades.
- Adaptar: adapta las soluciones de otros mercados. Mira cómo se ha resuelto ese problema en otras partes del mundo. No se trata de copiar, sino de diseccionar el modelo de negocio para entender por qué funciona.
- Cultura: crea una cultura de innovación. El modelo no funcionará si la gente le teme al cambio o al fracaso. Fomenta un ambiente donde los empleados se sientan seguros para experimentar, proponer mejoras y aprender de los errores.
- Ejecución: ejecuta el plan con estrategia y mejora continua. Adapta la solución a tu realidad local, ajustándose a la cultura y los recursos. Luego, con una mentalidad de mejora continua, perfecciona el modelo para que sea más eficiente y de mayor calidad.
La mentalidad empresarial: del superviviente al estratega
El empresario venezolano de hoy es un superviviente. Ha desarrollado una capacidad increíble para sortear obstáculos, improvisar y resistir. Esta resiliencia es una fortaleza, pero también una limitación cuando se busca el crecimiento a largo plazo. La mentalidad actual a menudo se enfoca en la ganancia a corto plazo y en la solución de problemas inmediatos, lo que a veces sacrifica la visión a largo plazo.
La clave para el crecimiento reside en fusionar la mentalidad de supervivencia con una visión estratégica. Esto nos permite navegar el día a día sin perder de vista el panorama global, construyendo hoy el futuro empresarial en Venezuela.

Al abrazar la mentalidad del estratega, las empresas venezolanas pueden transformar sus desafíos en su mayor ventaja competitiva.
Conclusión
La increíble fuerza del modelado empresarial tiene el poder de romper paradigmas y sembrar nuevas ideas. Para innovar no hace falta ser un genio, solo se necesita la apertura al aprendizaje y un proceso claro para evaluar cada nueva idea.
Al abrazar la mentalidad del estratega, las empresas venezolanas pueden transformar sus desafíos en su mayor ventaja competitiva. El futuro no pertenece a quienes inventen el próximo iPhone, es para quienes dominen el arte de perfeccionar lo que ya existe, de eliminar el desperdicio y de crear valor con una visión a largo plazo.
En Venezuela tenemos el talento, la pasión y la resiliencia para resurgir. La clave está en dirigir esa energía hacia una innovación estratégica que construya las bases de un crecimiento sólido y duradero para las próximas décadas en el sector empresarial.
– El autor es consultor gerencial y especialista en Administración de Empresas.
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