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28/12/2022 08:36 PM
| Por César Aristimuño

Análisis | Siete reformas críticas para consolidar la recuperación en 2023

¿Qué esperar de 2023? Continuidad en la política económica y reformas fundamentales que permitan superar algunos pronósticos que hablan de una posible ralentización del crecimiento

Análisis | Siete reformas críticas para consolidar la recuperación en 2023

Termina 2022, un año con luces y sombras para el país. Seguramente habrá muchos balances en los próximos días, pero en líneas generales observamos un período caracterizado por algunos elementos relevantes:

– Aunque Venezuela se mantiene como un país de inflación elevada y persistente, es evidente que, por más presiones que existan sobre los precios, este será un año de importante desaceleración inflacionaria.

– La misma tendencia a la desaceleración se evidencia en el mercado cambiario, más allá de los episodios de inestabilidad que se produjeron, sobre todo en el segundo semestre.

– El clima político ha tomado estabilidad, aunque con una conflictividad social importante, en virtud de las graves necesidades y carencias que reporta más de 80 % de la población.

– Se abrieron perspectivas de mejora en el contexto internacional del país, con negociaciones que podrían permitir, en 2023, una progresiva reinserción del país en algunos mercados relevantes, especialmente el sector petrolero.

– Sin duda, la industria petrolera representa una de las frustraciones relevantes desde el punto de vista económico. La producción petrolera se ha mantenido estancada entre 650.000 y 700.000 barriles durante el año. Las metas oficiales resultaron demasiado ambiciosas y es evidente que el sector, en su situación actual, no parece tener las capacidades necesarias para recuperarse sin grandes inversiones.

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– Un elemento relevante de 2022 fue el protagonismo de la empresa privada en el proceso de recuperación económica. Ciertamente, de la profunda crisis que aún atraviesa el país, el empresariado emergió empequeñecido, descapitalizado, con un capital humano disminuido, con una enorme capacidad productiva ociosa, sin incentivos claros, sin prácticamente acceso al financiamiento y, sin embargo, ha sido capaz de generar crecimiento, crear más empleo formal e, incluso, realizar mejoras –evidentemente insuficientes- en el mercado salarial.

– El diálogo institucional es un elemento a rescatar como activo construido en este 2022. El hecho de que el sector privado y el Gobierno Nacional hayan establecido canales de comunicación oficiales y abiertos ha sido un factor relevante para la recuperación alcanzada. Se espera que este proceso fructifique de manera más ostensible en 2023.

– Se ha avanzado en el alivio de las sanciones internacionales sobre instituciones venezolanas, un factor que incide directa y muy negativamente en la marcha de la economía. La Licencia ampliada que autoriza a la estadounidense Chevron es, en este sentido, una de las grandes noticias económicas del año. No obstante, hay que darle seguimiento a este proceso en el 2023.

Creemos que estos elementos han constituido aspectos favorables, aunque también hay otros que pueden ser calificados como negativos. Dejamos atrás 2022 con:

– Persistencia de la crisis de los servicios públicos y la inestabilidad en el suministro de combustibles.

– La ausencia de reformas económicas más decididas para impulsar el crecimiento.

– La elevada presión tributaria que afecta a las empresas de una manera cada vez más profunda. El Gobierno ha tratado de compensar con recaudación impositiva la ausencia de suficiente renta petrolera, sin tomar en cuenta la fragilidad de la recuperación económica.

– El peso de las importaciones de la economía, gracias a ventajas impositivas y arancelarias que no terminan de eliminarse en la medida en que resulta conveniente y necesario.

– El problema del financiamiento es una carga cada vez más difícil de soportar para el sector privado. Si bien han surgido o reactivado algunas alternativas –tradicionales o no-, ninguna puede sustituir al crédito bancario en capacidad, dinámica y penetración.

Sin duda, el Gobierno ha actuado de una manera que resulta positiva. Más allá de sus dilemas internos o de los preceptos ideológicos que lo rigen, lo cierto es que un sano pragmatismo ha orientado decisiones económicas fundamentales y la sociedad ha respondido a esos estímulos de una manera que el propio Ejecutivo ha reconocido.

Reformas críticas

Entonces, ¿Qué esperar de 2023? Continuidad en la política económica y reformas fundamentales que permitan superar algunos pronósticos que hablan de una posible ralentización del crecimiento, una vez pasado el efecto rebote que se hizo patente en el primer semestre de este año, especialmente.

En nuestra opinión, son críticas las siguientes reformas:

– Ley de Hidrocarburos: Es necesario que la industria petrolera, donde se sigue concentrando la mayor fuente de riqueza colectiva del país, consiga inversiones urgentes y suficientes para poder, no solo incrementar la producción, sino transformarse en un mundo donde hay una transición energética en marcha.

– Mercado cambiario: es indispensable generar mecanismos que formalicen aún más la circulación de divisas extranjeras y que, incluso, permitan obtener financiamiento legal en monedas foráneas. La estabilidad del mercado cambiario no puede seguir dependiendo, solamente de la intervención cambiaria, por parte del BCV. Se entiende que la recuperación del bolívar es un objetivo loable y compartido, pero es una meta compleja de alcanzar en las condiciones actuales de la economía.

– Es urgente reactivar el crédito, en bolívares y divisas, lo que supone una reforma de la política monetaria que haga un balance adecuado entre objetivos de reducción inflacionaria y el impulso financiero a la actividad económica.

– Hace falta una nueva ley del mercado de valores que dinamice e incentive aún más esta actividad, a pesar del positivo regreso del sector público al corro capitalino con CANTV y la posible incorporación del Banco de Venezuela.

– Es absolutamente necesaria una revisión de toda la legislación laboral. Se entiende que este es un punto sensible, por razones ideológicas y criterios de justicia social, pero lo cierto es que esas regulaciones están desaplicadas en los hechos. El mercado laboral es prácticamente inexistente y la informalidad campea con todas sus perversiones en la economía venezolana. El diálogo tripartito puede ser una herramienta fundamental para lograr consensos en este sentido, especialmente de cara a una recuperación real de los salarios.

– Hay que racionalizar la estructura impositiva, pero sobre todo no crear más tributos que sigan atosigando a la actividad productiva. Ojalá que la Ley de Armonización, que está en trámite parlamentario, sirva como un instrumento positivo para poner orden en esta vital materia.

– Es necesario derogar las normas que sostienen controles tan innecesarios como demostradamente ineficaces, especialmente en lo que corresponde con precios, sin que ello signifique no generar reglas de juego que regularicen el funcionamiento de los mercados para evitar distorsiones. Los inversionistas requieren certidumbre sobre los límites del papel del Estado en materia regulatoria.

En fin, 2023 se percibe como un período de buenas oportunidades, que se puede mirar con un optimismo racional. Sí, efectivamente, existen muchos factores condicionantes para un crecimiento más sostenido; pero no es menos cierto que el panorama parece ostensiblemente mejor, luego de años de profunda crisis.

* El autor es economista, CEO de Aristimuño Herrera & Asociados y Director de Banca y Negocios

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