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03/02/2020 09:30 AM

Nuevo gobierno uruguayo enfrentará economía estancada y empleo en caída

Nuevo gobierno uruguayo enfrentará economía estancada y empleo en caída

El gobierno que encabezará Luis Lacalle Pou a partir del primero de marzo en Uruguay heredará una economía estancada con empleo en caída y desequilibrios en las cuentas públicas, que deberá enfrentar con reformas, ajustes y promoción de la inversión privada, opinaron analistas.

El ex senador de centroderecha de 46 años, que gobernará al frente de una coalición de partidos que van desde la izquierda socialdemócrata hasta la derecha conservadora, reemplazará al izquierdista Tabaré Vázquez, del Frente Amplio, quien deja una economía sin crecimiento y una drástica caída en los niveles de empleo.

– El diagnóstico –

Los economistas coinciden: la herencia que recibe Lacalle Pou es de difícil solución.

«Uruguay creció a tasas formidables mientras duró el auge de las materias primas, con tasas promedio de 5%» anual, pero pasado ese boom «desde 2015 a 2019 promedió 1,5% anual. Es una tasa muy baja (que) en términos per cápita se compara con tasas del siglo XX», expresó a la AFP el economista Pablo Roselli, de la consultora Exante.

«La actividad privada ha crecido cero en cinco años. Hubo una caída de 60.000 puestos de trabajo en cinco años. La inversión privada ha retrocedido a niveles de 2003 y 2004», resumió de su lado el economista independiente Javier de Haedo.

Además hay un déficit fiscal «que bien medido está encima de 5% del PIB (ndlr: la cifra oficial es de 4,8%) y con tendencia firme a crecer», agregó De Haedo, quien al diagnóstico añade un atraso cambiario que afecta las posibilidades de la producción uruguaya de competir en mercados internacionales.

«La economía está estancada. Hace cinco años, que no crece, las cifras revisadas de las cuentas nacionales mostrarán que la economía desde fines de 2014 está en los mismos niveles», explicó Ignacio Munyo, del Centro de Economía Grant Thornton de la Universidad de Montevideo.

Lacalle Pou prometió que no subirá impuestos y que apostará al ahorro en el Estado para mejorar las cuentas públicas. Pero la mayoría de los economistas coinciden en que las posibilidades de que se vean resultados de este ahorro a corto plazo son bajas.

En sus datos fiscales, Uruguay se juega el codiciado «grado inversor», que le permite captar volumen y calidad de inversiones extranjeras.

– El desafío –

Munyo considera que el principal desafío para el próximo gobierno es «atraer inversión generalizada» para genera puestos de trabajo.

A partir del 1 de marzo deberá trabajar en la «construcción de un entorno atractivo para invertir» más allá de la tranquilidad social o la certeza jurídica del país, explicó.

Eso «no es suficiente cuando no hay rentabilidad, los costos son tan elevados y los trámites (tan) ineficientes (que) se han llevado todos los márgenes» de ganancia de los empresarios, añadió.

Si la economía continúa a este ritmo, «no vamos a ver reducciones significativas de pobreza y marginalidad y (mejora en la) distribución del ingreso», acotó Rossellí, por lo cual el próximo gobierno deberá tratar de «generar condiciones para que la economía vuelva a crecer al 3% anual».

Para eso deberá corregir desequilibrios macroeconómicos como un déficit fiscal que es «insostenible» en el tiempo, bajarlo al menos dos puntos del PIB, y abaratar al país en dólares.

– Reformas económicas y más allá –

Los tres especialistas coinciden en que en los próximos cinco años se necesitan algunas reformas con impacto más allá de lo económico.

De Haedo enumera seguridad social, «una inserción internacional moderna» o una «reforma de la enseñanza».

Para Roselli también es «imperativo» reformar la seguridad social, donde «los costos están creciendo a un ritmo insostenible y son parte del problema fiscal».

Recientemente Brasil reformó su sistema de pensiones y subió la edad mínima para jubilarse.

Pero hay más, señala el economista. Uruguay debe retomar una «estrategia propia de inserción comercial» en un Mercosur «con dudosa vocación de apertura» en medio de profundas diferencias entre el presidente brasileño Jair Bolsonaro y el argentino Alberto Fernández.

Una mejora de la calidad del gasto público que permita optimizar servicios tanto como una reforma educativa deberán también integrar la agenda del nuevo gobierno.

Con una mayoría parlamentaria que no es propia, Lacalle Pou deberá maniobrar entre los intereses de los cinco partidos que forman la alianza que le permitió ganar en segunda vuelta en noviembre.

A un mes de su asunción, el presidente electo se esfuerza por transmitir la idea de que el suyo será un gobierno austero preocupado por el gasto.

Pero «si Uruguay no vuelve a tener crecimiento económico, no hay ajuste fiscal que alcance», concluye Munyo.

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