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25/07/2018 06:39 PM
| Por TEXTO y FOTO: Ligia Perdomo @LigiaPerdomo

#YoTePregunto | Werner Corrales: Tenemos que vacunarnos contra la pobreza

#YoTePregunto | Werner Corrales: Tenemos que vacunarnos contra la pobreza

Reconoce la importancia de planificar a largo plazo para trazar políticas públicas que resuelvan los graves problemas del país. Y aunque son varios, todos tienen su origen en el populismo clientelar de los últimos 40 años, que ha destruido las instituciones y las capacidades de reacción de la sociedad, dando paso a que la pobreza se enquiste como el peor de los males.

“Es una bomba de tiempo social”, advirtió cuando le correspondió –como ministro de Cordiplan- elaborar el Noveno Plan de la Nación (1995-1998) denominado “Un proyecto de país”, durante el segundo gobierno de Rafael Caldera. 23 años más tarde, Venezuela está urgida de un consenso entre los diversos actores del país para alcanzar un “pacto para salir de la pobreza o perdemos la democracia”, dice tajante Werner Corrales en entrevista con Banca y Negocios.

Ingeniero mecánico de profesión le tocó asumir responsabilidades de Estado en un momento en el que la democracia comenzaba a mostrar sus grietas. Llegó como ministro de Fomento en 1994 y diseñó el Pacto Anti-inflacionario, premisas que hoy no tienen ningún sentido en medio de la escalada hiperinflacionaria que empobrece a los ciudadanos acercándolos a la miseria.

Un programa de shock manejado de manera inteligente, que suponga el fin del bolívar –posterior a la vigencia de una Unidad de Valor Indexada- y tres estrategias para el desarrollo sustentadas en la educación que incluyan a los estratos más bajos de la población, reformas institucionales y reconstrucción del tejido social, soportan el plan para salir del marasmo que propone Corrales al país.

–¿Cómo estabilizar la economía y a partir de allí pensar en una reconstrucción del país a mediano y largo plazo?
–No es que hay que estabilizar primero y luego pensar cómo reconstruir. Hay que pensar cómo reconstruir y después empezar la estabilización. No podemos estabilizar la economía para imaginarnos y diseñar la reconstrucción.
Venezuela no está viviendo simplemente una crisis económica, está viviendo lo que los especialistas en desarrollo llaman una trampa de pobreza, que es un proceso en el cual las capacidades de la sociedad han sido diezmadas, las instituciones han sido destruidas y por eso la sociedad no tiene o tiene muy poca capacidad para recuperarse. Cuando una sociedad como la venezolana tiene 40 años de destrucción de sus capacidades y degradación de sus instituciones, prácticamente ha perdido la resiliencia.
No es lo mismo pensar en la recuperación de una sociedad que está pasando por una crisis coyuntural, que pensar en la reconstrucción de una sociedad que está pasando por estas circunstancias.

–¿Cómo se sale de la hiperinflación?
–La hiperinflación tiene que ver con que no hay capacidades en la economía venezolana porque fueron excluidas. Pero además tiene que ver con que las instituciones, el sistema de reglas que gobierna esta sociedad, está completamente descalabrado.
Aquí hay un grupo que quiere mantenerse en el poder y, por lo tanto, no le importa seguir destruyendo las capacidades y por eso, para salir de la hiperinflación no bastan recetas económicas. Yo parto de la hipótesis de que hay que cambiar al régimen.

–¿Es condición sine qua non?
–Absolutamente, porque este es un régimen que no le importa, a través de qué crisis o sufrimientos se mantiene en el poder. ¿Qué es lo que ha hecho que al gobierno chavista se le salga de las manos la inflación? Tenemos inflación desde los años 80. Y durante el gobierno de Hugo Chávez hubo períodos de alta inflación, pero que eran relativamente sencillos de manejar y no porque tuviera una buena la política económica, sino porque aún no se habían destruido todas las capacidades que el mismo gobierno de Chávez se dedicó a destruir.
Cabía la disyuntiva de si se asumía un plan de ajuste y de estabilización de la economía de tipo shock o si se asumía un programa de estabilización gradual. Hoy en día esas opciones no existen. Pasar un mes más en inflación significa que los precios más que se duplican. Más del 80% de la población que no tiene capacidad de negociación para que sus salarios se dolaricen, está sufriendo la hiperinflación en términos de hacerse cada vez críticamente más pobres. Es decir, está llegando a la miseria.
Hasta hace dos años yo me oponía a una política de ajustes basada en un choque, después de haber visto lo que pasó en 1989 con Carlos Andrés Pérez, pero hoy no hay manera de imaginarse una política que no sea de shock. Hoy hay que hacer un shock de la manera más inteligente.

–¿Qué habría que hacer?
–Estando en medio de una transición hacia la democracia, repito no hay manera de hacerlo si no salimos de este régimen, la opción más válida es una parecida a la que implantó el gobierno de Brasil en 1994, que fue lo que se llamó el Plan Real.
Estaban en niveles mensuales de inflación de 60%, era la mitad de las inflaciones mensuales que tenemos hoy en Venezuela. Pero ellos, en un lapso de seis meses, lograron bajar la inflación por debajo de un dígito. Fue un proceso muy rápido.
Eso requiere tener dominio sobre la política monetaria y la cambiaria y hace falta disposición de parte de la sociedad venezolana para apoyar las medidas. Hace falta un apoyo político real.
Se crea una moneda o un mecanismo monetario que lo vas a hacer desaparecer una vez domines la hiperinflación. Es una moneda, por ejemplo, que va a durar seis meses. A esa moneda en curso le vas a fijar un tipo paritario al dólar. Vamos a llamar a esa moneda un UVI, una Unidad de Cambio Indexada o Unidad de Valor Indexada.
Lo que cuesta tres millones o cuatro millones de bolívares, que es el precio del dólar paralelo en este momento, eso cuesta una UVI y a partir de ese momento le permito a todos los agentes de la economía que fijen o marquen sus precios en términos de UVI y libero los precios.
Cuando haces eso va a haber un primer shock importante, hay que tener preparado un proceso de indexación de los salarios a las UVI, es decir, si en el punto de partida tu salario es equivalente a 100 dólares, vas a tener una indexación de 100 UVI y cuando empiecen a subir los precios también lo harán los salarios. En tres o cuatro meses todo va a tender a equilibrarse. Cuando se estabilizan los precios desaparece el UVI y pongo a circular la nueva moneda. Yo diría, no usemos más el bolívar. Saquemos del imaginario de la gente la idea de Bolívar y dejémoslo en paz y en un máximo de tres años podemos estar en un dígito bajo de inflación.

–¿Qué tiene que hacer el Estado para darle soporte a esto?
-Primero tiene que tener listas unas medidas de apoyo a la población de menores recursos para que los primeros impactos sean absorbidos sin que la gente pase por penurias mayores a las que ya está pasando. Venezuela necesita no menos de $60.000 millones para seguir funcionando en los próximos 3-4 años, para que el Estado no quiebre.

–¿Serían $20.000 millones anuales?
–Al principio vas a necesitar un poco más. El hecho es que nadie le presta a Venezuela y esos $60.000 millones no están disponibles en el país.

–Se supone que se hará en un período de transición donde no va a estar este gobierno.
–Exactamente. Esa es una de las razones por las cuales este gobierno no puede resolver la situación, porque no hay recursos y nadie le va a prestar a Venezuela porque todo el mundo desconfía.
Como ya estamos en transición, hay que negociar con organismos multilaterales y hay que meter en esto al Fondo Monetario Internacional. Hay que negociar dos tipos de crédito. Uno, créditos puente que necesito rápidamente para importar comida, medicinas y repuestos. Esos créditos puente se dan sobre la base de confianza en que tú vas a hacer una serie de reformas.

–¿Sólo se dan con base en la confianza?
–En realidad se dan sobre la base de confianza porque tú no puedes haber implementado las reformas para el momento en que necesitas los créditos. Tal vez requiramos para esos efectos, para poder importar alimentos, medicamentos y repuestos; para reparar y poner en funcionamiento los sistemas de abastecimiento de agua y de electricidad; y los sistemas de transporte público, quizá para pagar salarios en unos primeros ocho meses, necesitamos por lo menos $20.000 millones.
No podemos esperar la negociación de unos créditos como los que necesitamos porque va a llevar tiempo y eso lo tienen que comprender la CAF, el BID y el Banco Mundial. Tienen que comprender que van a tener que actuar muy rápidamente y darnos unos primeros segmentos de al menos $10.000 millones sobre la base de confianza de que estamos negociando una serie de reformas.
El resto, el paquete completo, no nos lo van a prestar a menos que hayamos empezado a implementar una cantidad de reformas muy importantes. Venezuela tiene que respetar los derechos de propiedad y ser transparente en el gasto público.
Hay que crear un Consejo de Coordinación Financiera y aprobar una serie de leyes, entre otras, que eliminen el financiamiento del Banco Central al Estado y le devuelvan su autonomía. Se debe reestructurar las empresas básicas de Guayana, recuperar las capacidades de la industria petrolera y revisar los acuerdos para que haya inversión privada nacional y extranjera.

–¿Cuál es el origen de los males que padece el país?
–Durante el primer boom de los precios internacionales del petróleo el Estado se engolosinó, y se desvirtuó el concepto de la renta, que entre 1920 y mediados de los años 70, fue usada fundamentalmente para crear capacidades. Esto era en educación, salud, para financiar la inversión productiva, para construir infraestructura. Al llegar el primer boom petrolero el rentismo venezolano se transformó en un rentismo populista clientelar. Desde entonces, la renta se utilizó para captar clientes, votos, voluntades.

–Y se multiplicaron los pobres.
–A mediados de los años 70 Venezuela era el país de América Latina con menos pobres, teníamos apenas 23% de población en situación de pobreza. Para 1995, en medio de la crisis financiera, Venezuela tenía 70% de pobreza. Para 1998 estaba en 64%. Durante el período de Chávez se aseguró (y se sigue haciendo) que los niveles se redujeron de manera importante, pero la verdad es que nunca estuvo por debajo de 64%.
Si nosotros no salimos de la pobreza, Venezuela puede perfectamente caer de nuevo en una situación como la que caímos a partir de 1999, porque Chávez no inventó la pobreza, Chávez se apalancó en la pobreza y montó todo su discurso de odio que lo hizo tener todo el éxito político que tuvo.

–¿Qué propone?
–Tres estrategias para el desarrollo. La primera, la de construcción de capacidades: tener una educación de calidad y a la que tengan acceso los hogares de las zonas populares. Pero también construir capacidades en la economía, basada en el conocimiento, lo que nos lleva a una política de ciencia, tecnología e innovación.
La segunda estrategia es una reforma institucional que en realidad se trata de construir nuevas instituciones y aquí me refiero a las reglas del juego, porque Venezuela ha estado muy acostumbrada a que es el Estado el que debe resolver.
Eso se nos acabó. Ya la historia no da para eso. Por eso hay que crear una nueva institucionalidad que en términos políticos tiene que llevar a nueva relación entre el Estado y el ciudadano, que el ciudadano no esté al servicio del Estado, que el Estado esté al servicio del ciudadano. Eso pasa por reformar el sistema de justicia, tenemos que dar acceso a la justicia, oportuna y transparente a todo el mundo. Eso pasa por reformar el sistema político, que los partidos políticos no sean los únicos intermediarios entre la sociedad civil y el poder. Debemos establecer una nueva forma de elegir a los mandatarios. Hay que tener una doble vuelta. Las elecciones como las tenemos fortalece en exceso a los partidos políticos que son los únicos que pueden llegar y después negociar. Hay que volver a la descentralización y profundizarla. El Estado tiene que retirarse del rol de empresario.

–¿Y la tercera estrategia?
–La de reconstrucción del tejido social que tiene dos componentes: Uno, un pacto a 25 años para el progreso de todos y la superación de la pobreza. Es irresponsable decir que Venezuela va a rebotar y no vamos a tener problemas. Puede ser que inicie de nuevo su crecimiento porque el Producto Interno Bruto ha caído un 40%, es evidente entonces que va a rebotar, pero salir de la pobreza requiere de un montón de cosas y sus resultados no toman menos de 20 años.
Ese pacto para el progreso de todos y la superación de la pobreza, que tiene que involucrar a los partidos políticos, a los trabajadores, a los empresarios, hasta la iglesia, tiene cinco programas.

–¿Cuáles son?
1.- Un sistema de educación de calidad y accesible a todo el mundo.
2.- Un sistema de seguridad social ue incluya un sistema de salud universal y un sistema de pensiones y de seguro contra el desempleo. Sin eso no vamos a salir de la pobreza. Los empresarios tienen que tener una postura más realista, solidaria y políticamente más inteligente. Trabajadores y empresarios tienen que lograr un acuerdo.
3.- El empleo y la inflación. Para que haya una inserción de los venezolanos en la economía y que sea estable y exitosa, no puede haber inflación o prácticamente tiene que ser de un dígito bajo; la economía tiene que crecer de manera estable y para ello debe depender sobre todo de la inversión privada. Tiene que haber una política de educación para capacitar permanentemente a los jóvenes.
4.- Programa de habilitación de los barrios, de equipamiento, para que en 25 años no haya diferencias entre el estándar de los servicios básicos de electricidad, agua, aseo urbano, seguridad que se da en las barriadas y el resto de la ciudad. Uno podría decir que es demasiado ambicioso pero tenemos que vacunarnos contra la pobreza, si no, decidamos irnos del país quienes no nos hemos ido. Además, durante los primeros años de recuperación de la economía, la industria y la agricultura no van a ser capaces de generar empleos decentes y precisamente un programa importante de construcción de infraestructura puede contribuir a generar muchos empleos decentes.
5.- Elevar la participación real de los grupos populares en las decisiones que los afectan. Este último va a tener una pelea a muerte con quienes se benefician del populismo clientelar, es decir, los partidos políticos.
Hasta que los sectores populares no tengan un mecanismo de participación libre de la manipulación clientelar, no va a haber pasos firmes hacia la desaparición de la pobreza. Estoy consciente de que va a tener la oposición, aunque sea soterrada, de los partidos tradicionales.

El pacto para salir de la pobreza  es la piedra angular. O nosotros somos capaces de negociarlo y mantener los compromisos por 20-25 años o a la vuelta de la esquina tenemos otros Chávez.

–¿Usted cree que se puede recuperar la democracia?
–Yo creo que sí, si hubiese conciencia suficiente de los liderazgos. Hay situaciones que pueden provocar la transición. La MUD se desmoronó, desaparecieron prácticamente los liderazgos salvo María Corina (Machado). Pero las condiciones objetivas de lo que estamos viviendo, como una inflación mensual de 120%, la precariedad del sistema eléctrico o del aseo urbano, el suministro intermitente de agua, dicen que por alguna vía vamos a salir de esto.
Si los partidos políticos pretenden seguir siendo los intermediarios para seguir manipulando clientelarmente, no vamos a salir de esto. Es que tiene que haber una toma de conciencia en la que no es el gobierno quien nos va a sacar y no son los partidos tradicionales los que no van a sacar.

Desde la plataforma una Alianza para la Venezuela que Queremos Todos, en la que trabaja desde 2009, prepara a estudiantes en liderazgos social y político. «Celebro la nueva generación de muchachos universitarios aguerridos en la política. Tengo una gran esperanza puesta en ellos. Yo los quisiera ver reconstruir el país».

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