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04/09/2016 09:44 AM
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WSJ

Juan Martín del Potro, el hombre más querido del tenis

Juan Martín del Potro le pega a las pelotas de tenis con tanta fuerza que es un milagro que no se rompan. Tiene un cuerpo intimidante–casi dos metros de altura, 97 kilos, bien musculoso—, pero el corazón de un perro labrador. En el tenis, todo el mundo lo quiere y espera que el retorno a las canchas esta vez sea definitivo.

Después de años de lesiones, cirugías y decepciones, a los 27 años de edad Del Potro está jugando con alegría el Abierto de EE.UU. Le emociona haber ganado una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río, donde derramó muchas lágrimas y batió al número uno Novak Djokovic y al ex medallista de oro Rafael Nadal. Le encanta ver cómo ha cambiado el Abierto desde la última vez que lo jugó, en 2013, con el estadio Arthur Ashe bajo techo, una nueva cancha con tribuna alta y las canchas de práctica con tribunas. Está agradecido con todos los aficionados que lo alientan y le piden autógrafos, y está conmovido por las palabras de los demás jugadores, que no quieren perder con él, pero que saben cuánto sufre el tenis sin su presencia.

“Estoy muy orgulloso de eso, porque creo que me admiran por todo lo que he sufrido para llegar aquí”, dijo Del Potro. “Es sorprendente todo el amor que recibo de ellos”.

Lo mejor de todo es que ya no tiene miedo de decir que está empezando a sentirse como el mismo tipo que ganó este título, por allá en 2009.

“Es como si fuera ayer para mí”, dijo. “En mi cabeza, todavía estoy soñando algo grande con el tenis”.

En 2009, Del Potro era un talentoso desconocido, un argentino desgarbado a quien nadie veía como un jugador que pudiera hacerle frente a campeones como Roger Federer o Nadal. Llegó a las semifinales sin ganarle a nadie por encima del puesto 17 del rating. Luego arrasó a Nadal, que en total perdió seis juegos ese día, y se enfrentó en la final a Federer, que venía de ganar el Open por cinco años consecutivos. Federer ganó dos de los primeros tres sets y Del Potro ganó los dos últimos contra todas las expectativas.

Entonces llegó el dolor. Sus potentes disparos le resintieron la muñeca derecha, y ni el descanso ni la terapia pudieron remediarlo. Se sometió a cirugía y se perdió la mayor parte de la temporada 2010. Después de recuperarse, su muñeca izquierda empezó a doler. Necesitó tres cirugías y otras dos temporadas, 2014 y 2015. En junio pasado, poco antes de su tercera operación en la muñeca izquierda, dijo que estaba considerando el retiro. Su cirujano, el doctor Richard Berger de la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, entendía por qué.

“Es muy desalentador para alguien de la talla de Juan Martín tener que pensar en tener otra cirugía”, dijo Berger. “Yo sabía que mi caja de herramientas estaba vacía. No tenía más flechas en mi carcaj que pudiera utilizar quirúrgicamente sin correr el riesgo de empeorar las cosas, desde el punto de vista de la cicatriz o de la inestabilidad. Esta última operación fue prácticamente todo” lo que quedaba por hacer.

Juan Martín del Potro, el hombre más querido del tenis

El dolor todavía existe, pero está retrocediendo y Del Potro piensa cada vez menos en él. Hace terapia para su muñeca durante tres o cuatro horas al día, dijo, que es algo casi tan emocionante como conducir un convertible en el tráfico de Manhattan en una bochornosa tarde de agosto. Ha ajustado su técnica de revés y su swing no es tan duro como le gustaría que fuera en los partidos. Usa el chanfle con mayor frecuencia. Dice que está bien. Del Potro tiene una mejor volea hoy que la que tenía cuando ganó el Abierto en 2009. Es un jugador inteligente. También es más paciente.

“Estoy mejorando, pero para mi confianza, por cómo es mi mente, necesito tiempo”, dijo. “Mi mayor objetivo es tratar de mejorar y llegar al 100% en enero”.

En Rio, Del Potro no esperaba ganar un partido. Entró en la cancha contra Djokovic esperando no tener un resultado vergonzoso. Luego ganó un set y pensó: ¿por qué no ganar otro? Después de eso, comenzó a soñar con una medalla.

“Al terminar los Juegos Olímpicos, sentía que era el momento más feliz de mi carrera, de mi vida”, dijo. “Después de las tres cirugías de muñeca, después de dos años sin competencia, poder hacer lo que hice es algo especial para mí”.

Del Potro no tiene entrenador para el Abierto, y no tiene apuro en encontrarlo. Entiende su cuerpo y su tenis lo suficiente como para ocuparse de algunas cosas por sí mismo, dijo.

“Voy a tratar de solucionar todos mis problemas, y una vez que lo haga, voy a llamar a un buen entrenador […] para el año que viene”, dijo. “Porque no tengo un entrenador, puedo jugar con libertad. No tengo que asumir ninguna instrucción específica para jugar contra ningún jugador”.

Algo no ha cambiado: el golpe de derecha de Del Potro es tan mortal que sus oponentes deberían ser obligados a pedir un seguro. Es un golpe difícil, fuerte, que incluso mete un poco de miedo. Del Potro ganó su partido de primera ronda el martes en dos sets y al cierre de esta edición jugaba contra Steve Johnson en la segunda ronda.

Del Potro está hoy en el puesto 142 del mundo y necesitaba jugársela en el Abierto. Si le va bien aquí, su clasificación podría subir rápidamente. Sin embargo, dijo que no le importa si no lo hace, mientras que pueda seguir jugando.

“Estoy empezando a disfrutar de todas las cosas otra vez porque ahora no estoy pensando demasiado acerca de mi muñeca, no estoy pensando más en mi cuerpo, estoy sólo pensando en el tenis”, dijo. “Me gusta mucho este deporte, y cuando me meto en la cancha y veo a la multitud animándome, es increíble”.

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