Semana del 12/8/22 al 19/8/22
Semana del 12/8/22 al 19/8/22
Palabras del Editor

Empresas sin oxígeno financiero: un grave riesgo

La más reciente encuesta de coyuntura de Conindustria, correspondiente al segundo trimestre de 2022, tiene un dato preocupante: 53% de las empresas manufacturera se autofinancia, mientras que solo 28% cuenta con líneas de financiamiento bancario en forma limitada.

El presidente del gremio industrial, Luigi Pisella, dijo con claridad que esta situación hace que una parte importante de las empresas del sector operen por debajo de la línea de equilibrio financiero, porque el costo implícito del apalancamiento, entre otros factores, determina un impacto negativo importante en la rentabilidad de los negocios.

Básicamente, lo que hemos visto y conocido a través de nuestro clientes es que las empresas productivas en Venezuela tienen severos déficit de financiamiento. Los datos generales indican que la industria requiere una cartera de crédito de 5.000 millones de dólares para comenzar a remontar la contracción de los últimos años.

Sin embargo, el monto total de los créditos otorgados por la Banca al cierre del primer semestre, de acuerdo con el Informe Bancario de Aristimuño Herrera & Asociados, ascendió a 534,6 millones de dólares; es decir, apenas 10,7% del total que requiere el sector industrial.

Básicamente, el autofinanciamiento en un mercado como el venezolano introduce un elemento de fragilidad financiera muy importante en las operaciones, porque impide que las empresas cuenten con recursos suficientes para operar, debido a que las ventas siguen siendo limitadas, aparte que la facturación está comprometida por elementos como la voracidad fiscal, los altos costos asociados a servicios, las dificultades para conseguir materia prima, combustibles, y otros insumos cuyos costos se incrementan a tasas cada vez mayores.

En esta situación, el crédito, aunque sea relativamente costoso, por efecto de la indexación, es un alivio fundamental ante la presión que impone una caja limitada que no solo debe cubrir el gasto corriente del negocio, sino sus necesidades financieras.

No se debe creer que el problema de la ausencia del crédito es solo de los empresarios. Hay otra incidencia directa de claro impacto social: no permite el crecimiento del empleo. La misma encuesta de Conindustria lo demuestra al señalar que, pese a que 65% de las organizaciones reportó aumentos de producción y un 64% indicó incrementos de sus ingresos por ventas, solo 23% hizo incrementos limitados de nómina, al tiempo que 50% mantuvo su plantilla sin cambios.

Cuando los encuestados fijaron sus expectativas para el próximo trimestre, 69% de los empresarios dijo que no crearía nuevas fuentes de empleo en el futuro próximo.

Estos datos, en términos generales, podrían representar la realidad de otros sectores, como el caso de la Construcción donde el nivel de desempleo se mantiene en alrededor de 70%.

En consecuencia, la situación es que tenemos a un sector empresarial sin oxígeno suficiente y, en consecuencia, aquellas empresas que no puedan acceder a mecanismos alternos de financiamiento, como el mercado de capitales, estarán en severo de riesgo de no poder subsistir en un plazo que podría ser corto, sobre todo en estrato de la pequeña industria, que son más menos capacitadas para seguir soportando el autofinanciamiento.

Ciertamente, el mercado de capitales surge como una opción interesante que conviene considerar de manera seria. Venezuela cuenta con un sistema transaccional sólido y con garantías suficientes para inversionistas y emisores, así como con adecuadas normas de control y transparencia; sin embargo, no podemos aspirar a que este mercado aún pequeño y poco profundo pueda siquiera compensar parcialmente la ausencia de crédito bancario, al menos en el corto plazo.

Consideramos claramente positivo que las autoridades fomenten el crédito al emprendimiento, pero lo cierto es que los datos revelados por la industria dejan ver qué esas políticas de estímulo no están siendo suficientes.

La solución de entrada es clara y ya hemos insistido en su adopción urgente: hay que hacer una rebaja del encaje legal y es tal el rezago del financiamiento, junto con el aumento de la demanda, que, sin duda, mientras más tiempo pase la reducción tendrá que ser mucho mayor, porque el efecto de los descuentos realizados ha sido extremadamente limitado.

Sin embargo, consideramos que esta decisión de disminución del encaje no está, al menos por este año, dentro de las posibilidades de evaluación por parte de las autoridades monetarias.

La industria opera a 31% de capacidad instalada; sin duda, esta es una buena noticia si se considera que, en el primer trimestre del año pasado, este indicador era de apenas 19%. No obstante, es evidente que se necesita un crecimiento más acelerado.

En la medida que el autofinanciamiento empresarial se vea más limitado y la presión de la demanda exija mayor oferta nacional, el análisis de una disminución del encaje se hace más posible, pero por el momento no es el caso.

Para las autoridades, actualmente, los comportamientos del dólar y la inflación resultan más prioritarios en la estrategia económica que la disminución del encaje.

César Aristimuño Director de Aristimuño Herrera & Asociados

Análisis Estratégico

Estado versus mercado, la pulseada permanente

Las restricciones a las que han sometido las sanciones al gobierno han impulsado un repliegue cada vez más evidente del estado chavista, como lo conocimos, y lo ha ido llevando a que cada vez haya más libertad económica, y a limitar los controles a aquellas medidas que ya forman parte del nuevo credo económico bolivariano.

Las sanciones no parece que se vayan a flexibilizar (y menos a levantar) por ahora, por lo que hay que considerarlas una restricción dada para nuestra ecuación económica. Las cuales, al afectar al sector público y sus funcionarios, solo afectan al privado por el ya conocido overcompliance de bancos y proveedores, con el cual también nos hemos acostumbrado a convivir y sobrellevar.

Mucho de lo anterior está ocurriendo “de hecho” y aun no “de derecho”, moviendo nuestra filosofía hacia el derecho consuetudinario: las cosas pasan porque funcionan, y no porque están normadas. Lo cual genera unas dosis de incertidumbre que ralentiza el desarrollo de esta nueva economía que se está levantando desde los escombros de lo que, hasta hace poco, supo ser la tercera economía de América Latina, con una envidiable infraestructura energética…con electricidad suficiente para exportarla a Colombia por Cuestecita-Cuatricentenario y por San Mateo-Corozo; y a Brasil por las Claritas en la vía de Santa Elena de Uairén.

Lo cierto es que al permitir que el sector privado se haga cargo de la economía, toda la resiliencia comenzó a convertirse en resultados positivos…magros al principio, pero creciendo de a poco…utilizando la resiliencia como plataforma, y el optimismo informado como motor habilitante.

Y el estado chavista, participando tímidamente, aflojando ciertos mecanismos de control que son los que nos llevaron a convertirnos en la economía número 11, detrás de Panamá y Guatemala, y más cerca de Cuba o Haití. Y lo de tímidamente, tal vez debería ser reemplazado por temeroso (porque de tímido, en realidad, tiene poco), porque comienza a navegar en un territorio para el cual no tiene mapas (para la versión original tenía al Plan de la Patria) ni navegantes conocedores de la economía de mercado.

Los funcionarios podrán leer sobre eso, pero no está en su ADN económico, y difícilmente puedan continuar si no comienzan una verdadera transición, permitiendo que los que sí saben de mercado se incorporen en la formulación de políticas públicas. Eso es algo que ocurrirá…paulatinamente, pero ocurrirá; los cambios se van produciendo lentamente, y como les decía más arriba, lo hacen de hecho, y se van internalizando y asimilando en la economía.

Aquí habría que incorporar a la política como factor habilitante de lo que nos pasa y de lo que no nos pasa. Hubo una presión político económica inédita en la primera etapa del chavismo, con y sin Chávez, que resultó en afectar profundamente las bases de nuestra economía, y que nos aisló del mundo con el que interactuábamos, para arrastrarnos a esa especie de sub mundo de lo que los americanos llaman “los parias de esta tierra”.

Ahora, en la etapa de lo que he llamado el “neo chavismo” -que es la que estamos viviendo- se ha requerido de un poder político casi sin precedentes, para que, con muy poco apoyo popular, poder aumentar más de un millón de veces el precio de la gasolina, permitir la libre circulación del dólar, levantar los controles de precios, facilitar la importación, salir de una híper inflación de más de 1.000 puntos, prácticamente unificar el tipo de cambio, e impulsar el mercado de capitales, entre otras cosas.

Por eso, a esta etapa política la denomino, la de la consolidación del chavismo; porque logró acomodarse entre los parias, mantener a raya a los EEUU, y prácticamente anular a la oposición, que hoy en día es meramente referencial; porque no tiene poder o influencia fronteras adentro. Y no hay fuerza democrática institucional a la vista que haga suponer que, en el pico de su poder, vaya a ceder un gobierno que les tomó al menos 26 años construir y consolidar.

Lo anterior es para anticipar que el chavismo tiene el poder suficiente como para impulsar más cambios, pero no está muy claro en cómo hacerlo, por un lado, y en las consecuencias políticas, que esas decisiones les pudieran acarrear.

Por eso es que no termina de avanzar en el tema del mercado de valores, que es el ámbito adecuado para el proceso de transferencia al sector privado de las empresas en manos del estado. Estas dos empresas, Cantv y Banco de Venezuela, con su 10% inicial cada una, son un primer paso para una política no escrita, pero que redundará en más empresas públicas en manos privadas.

Porque en realidad, si no hubo reacción adversa con los cambios que ya produjo, no hay indicios de que los vaya a haber con los que falta. Y sería vital un circuito empresarial privado para la electricidad y el petróleo.

Les hablaba del nuevo credo económico bolivariano, que incluye la restricción al crédito bancario, confinando a la banca a un rol más de servicios financieros que de intermediación. No hay indicios de que el súper encaje se vaya a alivianar, excepto por los ajustes coyunturales que nunca superan el 10%, y luego se reabsorben.

El financiamiento a la actividad económica, especialmente en esta etapa de reactivación paulatina, y aun con mucha desconfianza, está originándose principalmente en aportes del accionista, a través de la importación tanto de inventarios y partes, como de algunos equipos de planta y transporte.

La siguiente fuente se origina en el flujo de caja operativo de las propias empresas, y recién allí aparece el crédito bancario tradicional, muy acotado y concentrado en una cartera privilegiada que prácticamente no tiene morosidad.

Pero claro, ante la necesidad de crecer, y en la consciencia de que las fuentes mencionadas son limitadas y limitantes, comienzan a estimularse otras, como la bolsa de valores con la emisión de papeles comerciales que van creciendo, y la banca off shore que va cubriendo los espacios.

Lo cierto es que nuestro ecosistema económico se va adaptando y reacomodando a las circunstancias, y encontrando vías para su desarrollo. Como en los sistemas hidráulicos, cualquier mínimo desnivel, es aprovechado como flujo.

Cuanto más mercado y menos estado haya, más rápidamente podremos ir recuperando los niveles de actividad que puedan comenzar a absorber la gigantesca masa de pobres, que ahora también comienza a estar integrada por familias que pertenecían a la clase media, y están perdiendo los atributos que los caracterizaba.

Porque no se trata de crecer por crecer, sino para reconstruir el tejido social económico, a través de las pymes y los emprendedores, que se constituyen en los engranajes que vinculan a la gente con el trabajo, al trabajo con los bienes y servicios, y a estos últimos nuevamente con la gente, esta vez en su rol de consumidores. Ese circuito virtuoso está cortado y hay que reconstituirlo.

Para lo que queda del año no debemos esperar grandes cambios, sino más bien poner práctica y dinamizar la estructuras que se han ido creando, con un dólar alcanzando sus niveles de equilibrio, cercano a los Bs 10 por dólar; aunque hay que reconocer que un dólar atrasado como ahora, abarata las importaciones y sirve como un freno más a la presión inflacionaria estructural que nos caracteriza (Cost-push inflation), donde siempre la oferta de bienes y servicios es inferior a las posibilidades de la demanda; esto resultante de la recesión continua y muy baja utilización de la capacidad instalada de planta, que venimos arrastrando, y que el pequeño rebote de la economía de este año, no será suficiente para cambiar la tendencia.

Las restricciones de energía son tan fuertes que prácticamente hacen que para poder “enchufar” una empresa nueva al circuito eléctrico, pues haya que “desenchufar” una vieja… porque para las dos, no alcanza.

Nuestra sociedad está reorganizándose, esta vez sin ingresos petroleros constantes, y con los pies sobre la tierra. Cada vez más conscientes de que la pobreza es un plomo en el ala de nuestras posibilidades para resurgir. Pues en nuestros mejores momentos económicos, no nos dimos cuenta de su importancia, y finalmente terminó arrastrándonos al abismo. Eso no nos puede volver a pasar.

Por cada punto del PIB que cualitativa y cuantitativamente recuperemos, deberemos bajar al menos un cuarto de punto de pobreza. Nuestra recuperación debe ser armónica.

Y tal vez, el concepto clave para nuestra recuperación sea “construcción de confianza”, el cual es difícil de asimilar, porque hay un pasado con los mismos actores que iba en un sentido opuesto al actual. Y ahora habría que confiar en que el nuevo sentido es el verdadero. Más que nada, porque tiene lógica y responde al sentido común.

Benjamín Tripier  Economista y Consultor Gerencial en Planificación Estratégica y Análisis de Entorno

Gráfico de la Semana

El Índice de Confianza Industrial calculado por Conindustria sigue mostrando expectativas positivas al cierre del segundo trimestre de 2022, en un entorno donde la producción manufacturera aumenta, pero hay preocupación en el sector por la baja demanda interna. La recuperación se ralentiza y los escenarios de expansión se moderan.

Conflictividad en perspectiva

Un reporte de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) señala que la conflictividad laboral en Venezuela tiene límites, como resultado de factores que impiden movilizaciones de mayor impacto, a pesar que las marchas de empleados públicos, docentes y trabajadores de otros sectores han aumentado. El informe apunta que:

  • Hay una escasa confianza en la dirigencia sindical. Alrededor de 85% de los trabajadores activos en el país está desligado de los sindicatos.
  • Existe una escasa motivación para escalar la propuesta. 76% de los trabajadores indica que solo interesado en protestar por condiciones materiales, como salario, estabilidad laboral y beneficios sociales.
  • La fragmentación del movimiento sindical impide una mayor coordinación. 86% de los trabajadores, según indica la central más antigua del país, desconoce quiénes son los dirigentes de sus respectivos sectores.
  • La actividad sindical en las empresas, que siempre ha sido muy limitada, se ha reducido a su mínima expresión, a tal punto que las organizaciones de empresas han prácticamente desaparecido.
  • No hay renovación generacional clara en el activismo sindical organizado.
  • La CTV advierte que la situación de los trabajadores venezolanos es históricamente compleja, pues la mayoría vive en una situación de sobrevivencia, con niveles de precariedad salarial de 88% de la fuerza laboral.
  • La represión política se ha convertido en un factor determinante para la disminución de la actividad sindical, especialmente en el sector público.

Visión Gerencial

El mercado laboral ante un cambio de paradigma

Un informe reciente del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) indica que si bien los salarios suben, cada vez se quedan más cortos ante el avance de la inflación. Esto hace muy difícil a las empresas remunerar debidamente, lo cual crea un clima laboral –en todos los sectores, unos más que otros- áspero y hostil.

El origen del problema es monetario. Y las empresas ante un desfase monetario entre el crecimiento de los precios y la sobrevaluación del bolívar, encuentran muy difícil luchar contra eso, en término de pagar más dólares o bolívares, para que las personas no pierdan capacidad de compra. Esto se traslada a los trabajadores.

Las empresas analizan su desempeño a lo largo del año y tratan de hacer mejoras, a contrapelo de los obstáculos legales y económicos.

Las empresas tratan de enriquecer las compensaciones, pero no resuelven el problema de fondo. La gente tiene expectativas inmensas de mejoras en ingreso reales, porque hay una sensación de mejoría en el país, y cuando no se produce se genera una decepción.

Dicen expertos consultados que los márgenes para remunerar mejor son varios. Como bonos de dos o tres meses, en lugar de incorporarlos a la compensación fija. Lo otro es que la empresa ayude al empleado en ciertos gastos, bien sea en salud, alimentación, entre otras necesidades. Otra cosa que hacen las compañías es ir abonando ciertas mejoras o paliativos de forma no constante, pero sí con cierta periodicidad acordada.

Los empresarios se cuidan del riesgo regulatorio que implica una legislación laboral muy estricta, cuyo postulado de proteccionismo extremo ya no resulta aplicable, más allá de que tan justo puede resultar para el sector laboral. Este régimen jurídico no ha servido, en la práctica, para beneficiar a los que considera débiles.

Pero hay una competencia en todos los niveles. La mano de obra calificada cobra más caro, muchos se van del país. El incentivo de las empresas es gigantesco para captar a los mejores, porque las organizaciones están confrontando problemas operativos por déficit de ciertas capacidades del personal.

Hay escasez de buen talento, coinciden gerentes de RRHH consultados, y las empresas se están dando cuenta que quizá lo que tienen adentro no es lo mejor, por ello la estrategia se mueve hacia una mayor disposición de competir para remunerar mejor a los más capacitados.

En el contexto latinoamericano, hay ciertas equivalencia a nivel de top management, que no iguala los niveles de México, pero hay una relativa equidad, valores similares. A medida que se baja de escalafón la brecha se va ensanchando. De acuerdo con encuestas recientes, los países donde los gerentes tienen mejores paquetes de remuneración son Brasil, Argentina y México.

Los salarios, en términos comparativos, para los estamentos de obreros, supervisores y profesionales, se ubican en Venezuela al nivel del Caribe, no de Sudamérica o Estados Unidos.

Las empresas se están dando cuenta de que necesitan otro tipo de personal en la medida en que la economía se va a recuperando, hay dificultades con la estructura  del talento de las organizaciones.

Sin embargo, los analistas sostienen, casi que en consenso, que se va a incrementar la oferta de puestos de trabajo. A niveles de puestos medios y básicos va a haber una mejora de remuneraciones, pero no suficiente.

La sobrevaluación del bolívar se va a comer la mejoría, porque ya las empresas tabularon en dólares. Es esencial que toda esta mejora por el incremento de precios del petróleo, se acompañe con una política de incremento de la competitividad.

Nuestros datos muestran que existe un creciente desfase de capacidad de pago de las empresas versus inflación, a pesar que la evolución de los precios se ha desacelerado.

Los gerentes de capital humano señalan que hay tendencias, como la promoción del salario emocional, pero estas estrategias resultan muy limitadas ante el problema de fondo. Obviamente, todos quieren tener cubiertas sus necesidades, lo cual es muy difícil en un país donde la moneda se devalúa. Pero es importante tratar de dar algunos subsidios para compensar esa caída de los ingresos reales.

Pero, aparte del tema netamente remunerativo, hay un factor de bienestar social, de atención a la salud, la educación, que es rentable y atractivo para los patronos: ofrecer planes de incentivo y supervisión de la educación de los trabajadores. Hay un tema personal, motivacional, con la educación de los profesionales.

Por ahora, posiblemente más de 70 u 80% de las organizaciones no pueden remunerar de manera suficiente, por lo que las que más pueden crear subsidios, establecer planes de recreación, compensaciones con arreglo a los programas de la empresa.

Venezuela tiene un problema de fondo, que es estructural: carece de un sistema de seguridad social eficiente que sirva de soporte a la población para la obtención de prestaciones educacionales y de salud básicas, lo que obliga a tener que conseguir remuneraciones más elevadas, ya que, en la actualidad, hasta obtener una póliza de seguros es altamente costoso.

Las empresas de ingeniería, clínicas y otros servicios relacionados con la salud son los sectores que están ofreciendo mejores remuneraciones, indican encuestas recientes, mientras la industria, comercio y agro siguen fuertemente rezagados.

No hay duda que la economía va a mejorar. Estamos en presencia de una economía liberal, por ahora. Cuando el gobierno anuncia que va colocar en el mercado de valores acciones de Cantv, hay un cambio de paradigma, y esto va a cambiar el escenario laboral y las remuneraciones. Hay una apertura al mercado privado nacional e internacional.

La fuga de talento por la migración masiva también tendrá un efecto permanente sobre el mercado laboral, especialmente en los segmentos profesionales y técnicos, creando desbalances de oferta, porque hay trabajadores que se fueron hace muchos años y ya no volverá, pero hay otro grupo que sí estará dispuesto a regresar ante un cambio de paradigma en la economía.

Alejandro Ramírez Morón Periodista especializado en Gerencia y Negocios

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