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25/06/2018 02:06 PM
| Por Johnny Zafra R. / @jzafrar

El ajuste macroeconómico y la economía venezolana

El ajuste macroeconómico y la economía venezolana

La economía venezolana desde hace 30 años adolece de un desajuste en las variables macroeconómicas, que le impide tener un crecimiento estable y sostenido. Esta característica está asociada al modelo monoexportador petrolero vigente. Los efectos en la vida social y política de esta volatilidad económica los hemos visto periódicamente en estas tres décadas, y hoy lo estamos volviendo a sentir. Un plan de ajuste estructural macroeconómico es necesario para poner fin a esta volatilidad.

Este plan incluye una serie de medidas que deben de ser tomadas en un futuro muy cercano y otras que actualmente se están tomando. Este menú busca, al cabo de varios años de su puesta en marcha, el equilibrio de las variables macroeconómicas, así como la posibilidad de diversificar la economía venezolana.

Entre las primeras medidas se encuentra la flexibilización o eliminación del control de cambiario, con el fin de que el tipo de cambio refleje su verdadero valor, y se evite el proceso de arbitraje indebido en el mercado cambiario. Además, con esta medida se incentiva la producción nacional para el consumo interno como para la exportación de productos no petroleros.

La flexibilización o eliminación del control de precios es una medida que busca incentivar igualmente la producción y elimina el contrabando de extracción de productos nacionales. Esta medida debe ser acompañada por un programa nacional de orientación, educación y organización del consumidor.

Con el fin de evitar un desequilibrio entre los mercados cambiario y monetario, las tasas de interés deben ser liberadas, para que se coloquen a un nivel muy cercano a la tasa de inflación, con el fin de incentivar el ahorro nacional y reflejar el costo real del dinero.

El saneamiento de las cuentas públicas conlleva a una menor dependencia de las devaluaciones periódicas del bolívar y de créditos adicionales, por lo cual debe iniciarse un proceso de racionalización del gasto público por un lado, y aumentar los ingresos fiscales, vía ampliación de la base tributaria o incremento de impuestos, con el fin de que el gasto público sea financiado mayoritariamente por impuestos. Esta medida permite, en parte, controlar la presión inflacionaria interna.

Dado que el nivel de deuda externa se encuentra en valores que superan aproximadamente cuatro veces el nivel de reservas internacionales, y el servicio de la misma puede incidir negativamente en los años venideros sobre esas reservas, se hace necesario amortizar mayoritariamente esta deuda. Para ello un proceso de privatización de algunas empresas públicas permitirá cumplir con ese propósito. Este proceso de privatización, además, tiene la ventaja de atraer inversión y por ende flujo de moneda extranjera. Debe de estar acompañado por un plan de reconversión productiva, con el fin de canalizar recursos humanos y financieros hacia sectores de producción nacional con ventajas comparativas y competitivas no explotadas plenamente, en muchos casos; como el turismo, el café y cacao para exportación, otros renglones agrícolas y la industria petroquímica.

Es obvio que el incremento en el precio interno de la gasolina es una medida que elimina el contrabando de extracción de este producto vigente desde hace años, dándole su valor real y mejorando en parte, el flujo de ingreso neto de Pdvsa. El incremento de las tarifas de los servicios públicos, garantiza las inversiones necesarias para el mantenimiento de esos servicios.

La política comercial de aranceles de importación debe mantenerse en niveles cónsonos combinado con un tipo de cambio competitivo, con el fin de que el empresario privado nacional compita con calidad en los mercados internacionales, evitando en todo momento medidas de protección exageradas que impidan está sana competencia. Con ello se promueve una verdadera industria de exportación no petrolera.

Otra medida es la reactivación del Fondo de Estabilizacion Macroeconómica, como se concibió originalmente, esto es, un ahorro de los excedentes de ingresos petroleros, con el fin de ser utilizados cuando, inexorablemente, el precio del petróleo cae en los mercados internacionales.

Obviamente, al aplicar un plan de medidas con estas características el Estado quedara redimensionado, en el sentido que poseerá algunas empresas públicas, pero su mayor atención se orienta hacia áreas prioritarias como lo es la salud, con la construcción, mantenimiento y dotación adecuados de hospitales; la infraestructura y su mantenimiento, para incrementar la productividad; la educación y la seguridad interna y de fronteras. El sector privado tendrá mayor mayor presencia, y las expectativas de inversión hacia el país mejoran, dentro de un marco de reglas claras.

Como todo antibiótico ante una infección, se sienten los síntomas de corto plazo, el dolor, pero los resultados al final son mejores que la situación observada en los últimos treinta años. Países como Perú, Chile y Brasil han ajustado sus economías en su momento, para conseguir los resultados actuales. Este plan de medidas no es extraño para los venezolanos, ni para otros países latinoamericanos; hemos probado distintas formulas buscando evitar el dolor. Los venezolanos de esta generación estamos ante esta coyuntura de decisión. Lo que paraliza no es el dolor, porque este pasa; lo que paraliza es el temor al dolor.

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