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02/02/2018 01:17 PM
| Por José Toro Hardy / @josetorohardy

¿Qué pasa si sigue cayendo la producción petrolera?

Me preguntaban en una conferencia en la Universidad Metropolitana:

-¿Qué pasa si EEUU decide aplicar sanciones a las compras de petróleo a Venezuela?

Respondí con otra pregunta:

-¿Qué pasa si Venezuela se queda sin petróleo para exportar a EEUU?

Suena casi descabellado, pero veamos lo que ha venido ocurriendo:

Cuando el presidente Hugo Chávez llega al poder en 1998, la producción petrolera de Venezuela alcanzaba a unos 3.400.000 barriles diarios. De haberse completado la Apertura Petrolera, que ya estaban en marcha, la producción petrolera del país hubiese alcanzado en pocos años los 5 millones de barriles diarios; sin embargo la revolución, que adversó aquel proceso, hizo todo lo necesario por frustrarlo y lo logró.

En lugar de 5 millones de barriles diarios, la OPEP nos informa que según “comunicación directa con el gobierno” la producción venezolana correspondiente al mes de diciembre de 2017 fue de apenas 1.621.000 b/d. El mismo informe presenta una caída de nuestra producción de 216.000 barriles diarios en diciembre, 118.000 b/d en noviembre y 130.000 b/d en octubre.

Las cifras anteriores muestran una situación catastrófica en nuestra principal industria. A lo largo del año 2017 la producción petrolera de Venezuela se vino abajo en 649.000 barriles por día, lo cual representa casi un 40% en un solo año. Para entender la magnitud del drama, basta decir que a partir de la nacionalización Venezuela demoró 20 años aproximadamente en aumentar su producción petrolera en una cifra equivalente a la que los “rojos rojitos” tumbaron en apenas un año. ¡Válgame Dios!

Por otra parte, los precios del petróleo se recuperaron a lo largo del año 2017, lo que podría atenuar la gravedad de la situación; en efecto, el precio del crudo marcador Brent pasó de 55 a 68 dólares por barril. La cesta venezolana alcanzó a $ 61,35 por barril, unos 5 dólares adicionales por barril.

Hay dos tristes consideraciones que deben hacerse al respecto. La primera es que en al menos en parte el referido aumento de precio es atribuible al hecho de que los mercados consideran que la OPEP está respetando los recortes de producción a los cuales se había comprometido. Los mercados funcionan en base a expectativas. Lamentablemente, quien está recortando dentro de la OPEP es fundamentalmente Venezuela. Basta un ejemplo: sólo en el mes de diciembre cuando nuestra producción cayó en 216.000 b/d, Arabia Saudita (el mayor productor de la OPEP) aumentó la suya en 80.000 barriles diarios. El espacio que estamos dejando vacío en los mercados lo están ocupando otros.

El efecto neto del aumento del precio en nuestro caso es negativo. Veamos: suponiendo que la totalidad de la producción fuese exportada, estaríamos recibiendo $5 más por cada uno de los 1.621.000 b/d que producimos (al menos por la parte que exportamos y que efectivamente nos pagan), o sea, un ingreso adicional de $8.105.000 diarios. Pero estaríamos dejando de recibir $61,35 por cada uno de los 649.000 b/d que ya no producimos, o sea, una disminución de $38.816.150 diarios, lo que representa un efecto neto negativo de casi 31 millones de dólares por día. Si lo multiplicamos por 365 días entenderemos la magnitud la debacle.

Pero regresemos al tema inicial. Para 1998, cuando Chávez gana las elecciones, nuestros envíos a hacia los EEUU eran de aproximadamente 1.800.000 barriles por día. Éramos el primer abastecedor externo de hidrocarburos de los EEUU e históricamente el más seguro.

Ahora bien, según cifras de la EIA (US Energy Information Administration), las exportaciones petroleras de Venezuela hacia los EEUU cayeron a 416.000 b/d en 2017, es decir, cerca de un 80%; pero el grueso de los dólares que aún recibimos vienen de allí. Venezuela cambió el mercado americano por otros en Asia, fundamentalmente China, donde por cierto es difícil competir por simples razones de geografía y distancia y porque allí no existe ninguna refinería capaz de procesar nuestros crudos pesados y ácidos.

De mantenerse el brutal derrumbe de la producción, no es descartable que a lo largo del 2018 la misma pudiese disminuir en términos desoladores. Dudo que tal caída pueda detenerse vía “manu militari”. Los yacimientos no responden a órdenes de este tipo. Tendríamos entonces que formularnos la angustiosa interrogante planteada al comienzo de estas líneas:

¿Qué pasa si Venezuela se queda sin suficiente petróleo para mantener sus exportaciones a los EEUU?

 

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