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07/01/2018 10:09 AM

¿Qué clase de amigos le convienen en el trabajo?

¿Qué clase de amigos le convienen en el trabajo?

Socializar en el ámbito laboral es un arte que no todos dominan. Para que las relaciones impulsen su carrera profesional tendrá que guardar un equilibrio perfecto para saber quién le conviene y con qué límites.

Tony Hsieh, CEO de Zappos -la compañía de venta online de zapatos- no sólo es un emprendedor con visión… También está considerado un gurú de la gestión de personas con una capacidad única para poner en práctica (aunque no tengan éxito) muchas de las teorías de recursos humanos que se le ocurren, reseñó el portal Expansión.com.

A su modo, Hsieh fracasó con el modelo de compañía sin jefes y su sistema sin jerarquía de holacracy. Pero ha aplicado otras fórmulas que no le han ido mal. Una de ellas tiene que ver, a grandes rasgos, con la idea de que la amistad en el trabajo impulsa la felicidad y la productividad. Es una teoría que compraría cualquier director de recursos humanos empeñado en asegurar el engagement de los empleados.

Hsieh cree que fomentar la diversión y la amistad en el entorno laboral ha de ser una parte fundamental de la cultura corporativa. Sólo el dinero no basta. Asegura que «es cuestión de combinar beneficios, pasión y propósito, junto con un modo de vida que brinda felicidad a todos». Así, entre los valores centrales de Zappos desde su creación se incluye abrazar e impulsar el cambio, crear diversión y hacer las cosas de manera diferente, buscar el crecimiento y el aprendizaje, y construir un equipo que tenga mentalidad positiva y un espíritu familiar.

La cuestión es si la socialización en el trabajo -incluso fuera de él- tiene implicaciones positivas que impulsan y favorecen nuestra carrera profesional.

Parece evidente que las decisiones que tomamos ante los dilemas de relación en nuestro entorno profesional determinan el futuro laboral y también la vida personal. Podemos escoger ser amigos del jefe (incluso más allá del horario de trabajo), o aceptar la convivencia en una especie de paraíso en el que nadie discute ni discrepa, un entorno buenista que nos tendría que llevar a desconfiar… Sin olvidar que vivir en un entorno laboral en permanente conflicto tampoco compensa. También podemos escoger entre tener amigos en el trabajo, o enemigos; ser demasiado auténticos o mantener una pose falsa; convivir con un colega o con un jefe al que no soportamos; adoptar una actitud arrogante; o buscar ante todo a las buenas personas y no a los eficaces.

Amistad y satisfacción

Es sobradamente conocida la encuesta de Gallup que dice que un buen amigo en la oficina incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Quien además consiga tener un «mejor amigo» en el trabajo será siete veces más proclive a estar comprometido y enganchado en su puesto.

Otros estudios revelan que «aquellos profesionales que impulsan la amistad en su compañía y organizan actividades sociales en el entorno profesional tienen un 40% más de posibilidades de promocionar en los dos años siguientes». Se habla de los profesionales altruistas que reportan a la compañía una satisfacción laboral determinante; que se sienten diez veces más enganchados por su actividad…Y son un 31% más productivos.

Redes eficaces

Lo verdaderamente eficaz es tejer una red de relaciones que nos permita tomar las mejores decisiones y contar con apoyo cuando lo necesitamos. Cuanto más extensa sea esa red de amistad en la organización, mayor será el área de influencia y el acceso a proyectos e información.

El típico networking se refiere a tejer contactos, acudir a foros, intercambiar tarjetas y contestar llamadas. Pero además está la posibilidad de construir relaciones personales sólidas que tienen consecuencias positivas cuando buscamos empleo o pretendemos ser visibles e influyentes dentro de nuestra organización.

Para eso conviene analizar quién merece verdaderamente la pena, y dónde están los amigos de alta calidad que nos ayudan a conseguir nuestras metas profesionales.

Los expertos consideran que la camaradería bien entendida en el entorno laboral crea un espíritu de corps que implica respeto mutuo, sentido de identidad o mutua admiración para impulsar el trabajo duro y los resultados, o la creación de una red sólida de apoyo, tanto profesional como personal.

Harvard Business Review recuerda que «compañías como Google, DaVita, Dropbox o Southwest son grandes ejemplos de cómo se construye una reputación basada en el fomento de la camaradería en el trabajo. Crear ese compañerismo depende de los líderes de las organizaciones. Y esto se valora como una ventaja competitiva para reclutar y retener a los mejores empleados, y para mejorar el compromiso, la creatividad y la productividad».

Decisiones relevantes

Se trata de tomar decisiones acerca de las relaciones que queremos establecer en nuestro entorno profesional; quiénes serán nuestros apoyos y qué actitudes tomamos: Para empezar, debemos perder el miedo a la competencia interna. No tiene sentido adoptar una actitud basada en enfrentarnos a los demás y que sólo proteja nuestra posición sin colaborar. Hay quien incluso se plantea los beneficios de contar con un eneamigo (frenemy) en el trabajo, que implica tener cerca a un colega profesional con el que nos une un vínculo de amistad, pero cuyas acciones son nocivos. Aunque esta relación tiene algo de autodestrucción, la relación profesional con un rival suele ser sensata y eficaz.

También conviene huir de los entornos laborales buenistas. Dejando bien claro que la actitud de cenizo -quien critica todo y al que todo le parece mal- resulta tóxica e ineficaz, hay que desechar la posibilidad de vivir permanentemente en un escenario presidido por el exceso de buen rollo. Este positivismo ineficaz suele acabar en lo que se quiere evitar: el conflicto entre el empleado y la organización. En un entorno buenista falta la objetividad y también la responsabilidad. También provoca un bajón en el nivel de exigencia, lo que perjudica a los mejores profesionales. El café para todos provoca comparaciones negativas y agravios, porque el exceso de afiliación lleva a evitar las decisiones divergentes y a premiar a todos por igual. Y como hay estudios para todo, también los hay para el buenismo laboral: Algunas investigaciones concluyen que esa alegría colectiva de la organización que vive del buen rollo permanente dura seis u ocho meses, y se acaba por un mal resultado empresarial, por la pérdida de un cliente, o por alguien que se va de la compañía.

¿Amigo del jefe?

Un estudio de LeadershipIQ sostiene que «pasar más de seis horas semanales con un superior directo perjudica seriamente los niveles de motivación y creatividad, y que el exceso de tiempo con quien manda se transforma en algo contraproducente». Piense en esto si su objetivo es formar parte del grupo del jefe. El dicho «el jefe es como el Sol, si estás demasiado cerca te abrasa y si estás demasiado lejos te mueres de frío», muestra que la clave en la relación con un superior está en encontrar la distancia adecuada. Resulta fundamental evitar el coleguismo. Se puede mantener una relación personal, incluso de amistad, pero conviene distinguir el ámbito personal del profesional, para que ambas experiencias no queden contaminadas, ya que confundir esos dos ámbitos puede acabar mal. En este sentido, ha de cuidarse de la amistad con el jefe que le lleva a una socialización en el trabajo obligatoria, a la que accede por no perder oportunidades de promoción. Es típico de las organizaciones y superiores que provocan y fomentan una indefinición y confusión total entre tu esfera personal y la laboral.

Igual que ocurre con el entorno laboral buenista, evite las organizaciones en las que prima la adulación por encima de los resultados y las capacidades profesionales.

Si centra su relación en esto, debe tener en cuenta que prosperará en su empresa casi exclusivamente gracias al ego de quien le manda. La adulación excesiva depende de que el adulado lo permita.

Nuevas capacidades

Socializar en el trabajo de una forma adecuada puede incluir otra ventaja: el desarrollo de alguna de las nuevas capacidades y habilidades que los reclutadores y empresas exigen hoy a sus candidatos y empleados. Estas son algunas:

Empatía. Para interactuar correctamente con los demás es necesario comprender qué siente el otro.

Cooperación. Muy relevante cuando se trabaja en equipo. Saber colaborar con otros para lograr un objetivo común.

Comunicación verbal. Es ya una habilidad esencial en cualquier puesto. Necesita expresarse claramente y que los demás le entiendan, sea en persona, por teléfono, vía ‘email’ o por cualquier canal.

Saber escuchar. Los demás responden mejor si sienten que son escuchados.

Comunicación no verbal. Permite expresar que tiene empatía y sabe escuchar.

Contacto apropiado. Las habilidades interpersonales no se refieren sólo a lo que dice, sino también a sus acciones; cómo actúa frente a quienes trabajan con usted. Eso hará que los demás se sientan cómodos. Recuerde además que mantener una actitud positiva influye en muchos aspectos de su trabajo, en el estrés y en la flexibilidad.

Mostrar respeto. Si hace esto, los demás le devolverán lo mismo.

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