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16/09/2019 07:51 PM
| Por Por: Armando J. Pernía / @ajpernia

Nuevo CNE y plan de petróleo por alimentos acuerdan gobierno y grupos opositores

Nuevo CNE y plan de petróleo por alimentos acuerdan gobierno y grupos opositores

Designar un nuevo Consejo Nacional Electoral, el regreso del chavismo a la Asamblea Nacional, el rechazo a la estrategia de Estados Unidos y otros países de América Latina de presionar, a través de sanciones, un cambio político en el país, son los primeros acuerdos de la Mesa de Diálogo por la Paz que organizó el gobierno de Nicolás Maduro con los grupos opositores disidentes de la estrategia mayoritaria, con respaldo de más de 50 países, para alcanzar una transición democrática en el país.

Igualmente, el madurismo, que ahora reconoce la crisis, está dispuesto a aceptar el plan de petróleo por alimentos que mueve el economista Francisco Rodríguez y para el cual se contrató un célebre lobbysta estadounidense, cuya misión es ganar adeptos en Estados para una estrategia menos agresiva sobre Venezuela.

Ya se entiende, entonces, por qué el presidente de la Asamblea Nacional y mandatario interino reconocido por 50 países, Juan Guaidó, emitió un comunicado donde dice que el mecanismo de diálogo, auspiciado por el reino de Noruega, está agotado.

El gobierno de Maduro ante una representación del cuerpo diplomático montó un acto «solemne», donde se firmó un acuerdo de intenciones donde entraron Avanzada Progresista, el partido de Henri Falcón; el Movimiento al Socialismo (MAS), dirigido por Felipe Mujica; y Cambiemos, un micro partido conformado por Timoteo Zambrano; pero se espera la anexión del Copei gestionado por la directiva validada por el Tribunal Supremo de Justicia, que encabeza Mercedes Malavé, aunque esta dirigente ha guardado distancia de la iniciativa, aún cuando es claramente opositora a la estrategia de la mayoría representada en la Asamblea Nacional.

Igualmente, se espera que el ex secretario general de Copei, en mejores días, Eduardo Fernández haga un pronunciamiento en respaldo de este acuerdo.

Luego de la salida John Bolton de la administración Trump, el gobierno de Maduro ha asumido que tiene mejores expectativas de alcanzar algún tipo de modus vivendi con Estados Unidos, aún cuando el inquilino de la Casa Blanca ha dicho que él «es más duro con Maduro» de lo que era su ex asesor de Seguridad Nacional.

Los objetivos políticos del chavismo en esta mesa son evidentes:

– Tratar de fracturar el apoyo internacional de Juan Guaidó, dando a entender que existe otra oposición más dialogante y democrática. Para ello, Henri Falcón, el único factor con algo de peso en este grupo de partidos, tendrá la misión de hacer giras internacionales, y posicionarse en Estados Unidos como una opción más potable que el «radical» presidente de la AN y mandatario interino.

– Tratar de mejorar la imagen internacional del gobierno de Maduro severamente afectada por las informes de la Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet; las denuncias del gobierno de Colombia sobre su respaldo a grupos delictivos irregulares; las acusaciones que comienzan a acumularse ante la Corte Penal Internacional; la ola migratoria sin precedentes que ha aventado la crisis al resto de América Latina, especialmente a los países de América del Sur; y su connivencia con gobiernos autocráticos enemigos de las democracias occidentales, en general.

– Tratar de retomar la iniciativa política y abrirse espacio para conseguir capacidad de gestión económica.

– Tratar de obtener una mayor legitimidad para conseguir respaldos que le permitan aliviar la dramática situación financiera.

– En el frente interno, consolidar la división de la oposición y tener a la mano a un grupo de adversarios que respalden la institucionalidad chavista y le otorguen alguna legitimidad a su política de hegemonía.

Es evidente para quien lo quiera ver que la victoria «definitiva» para el chavismo es acabar con la oposición que considera radical, ahora encabezada por Guaidó, y a la que se le han abierto juicios, inhabilitaciones y persecuciones de todo tipo, una línea de acción que no cesará y que, según algunos analistas, puede incluso aplicarse con todo rigor, si las circunstancias lo permiten.

– Una fractura indeseable –

Lo más sorprendente es que estos grupos opositores no hayan hecho esfuerzos serios por abrir una mesa de diálogo con el resto de la oposición, salvo intentos con fines electorales, pero sí acepten retrartarse con el gobierno madurista frente a buena parte de la representación diplomática.

La razón es clara: la conquista de pequeños -y en buena medida inútiles- espacios de control institucional. Trascendió en fuentes políticas, consultadas por Banca y Negocios que la presidencia del CNE será ocupada por un dirigente del MAS o cercano a ese grupo, y que el chavismo apoyará en la Asamblea Nacional una ley de amnistía para un número importante de presos políticos, cuyos nombres serán acordados en la mesa de diálogo y la «comisión de la verdad» gubernamental.

Los pasos serán rápidos, porque el chavismo buscará desentrabar el nudo político a su manera, en función de convocar comicios parlamentarios para el primer trimestre del 2020, después de un regreso más simbólico que otra cosa a la actual legislatura, a la que, incluso, está dispuesto a levantar el «desacato».

Liberado de Noruega, un escenario donde hubiera tenido que ceder de verdad, el madurismo monta un remake de República Dominicana con menos riesgo.

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