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02/05/2019 10:02 AM
| Por Enrique González *

La necedad como política económica

La necedad como política económica

La prensa nacional publica que “la Administración de Nicolás Maduro ha puesto todas sus apuestas en las comunas y la Milicia Nacional Bolivariana para reactivar la producción del país”.

Primero permítanos decir que no resulta ingenuo de nuestra parte enfocar las declaraciones gubernamentales exclusivamente desde el punto de vista económico, especialmente porque no lo hacemos desde una perspectiva normativa, sino positiva –ni nuestro interés es desconocer las “verdaderas” o principales intenciones de dichas declaraciones “vacías”, generales e interesadas desde la perspectiva efectista politiquera-. Por el contrario, nuestro interés es advertir sobre el elevado costo de oportunidad y por sus efectos distorsionantes de una política de “transferencias” -en el “mejor” de los casos- con enormes efectos de desincentivos o incentivos perversos-oportunistas-polizón, cuando no es que se utilizará una fuente de financiamiento monetaria inorgánica –echándole combustible a la hiperinflación-.

A propósito de lo dicho anteriormente, con la intención de desmontar lo que seguramente resultará una declaración “oficial” cuando el efecto inflacionario de dicha política continúe alimentando la hiperinflación en Venezuela, del tipo “la culpa de la inflación es de los empresarios”, vale destacar un tema relevante. Muchos con seguridad han podido escuchar, en ocasiones curiosa y erróneamente de parte de un propio comerciante, que la inflación lesiona exclusivamente a asalariados y empleados, porque los primeros “siempre” podrán ajustar sus precios.

En términos generales, ciertamente en la medida que existan rezagos en los ajustes en los mercados laborales, prima facie, los precios relativos de la fuerza de trabajo pierden terreno y poder de compra. Sin embargo, la posibilidad de un pass-through de los costos hacia los precios por parte de los empresarios no depende de su voluntad –por ello la importancia de comprender la economía en términos positivos para luego asomar propuestas normativas, y evitar sesgos- sino de la demanda a la que se enfrentan, a la elasticidad precio de la misma, al poder de compra de la moneda, de sueldos y salarios.

En este sentido, los empresarios en Venezuela se han enfrentado a la depauperación de sus negocios y mercados, que entre otras se evidencia por la imposibilidad de realizar un pass-through de costos hacia los precios, no sólo pinzando sus márgenes, sino en un extremo colapsando su demanda e imposibilitando que sus costos medios sean cubiertos por un precio que encuentre suficientes demandantes con disponibilidad y capacidad a pagar.

Venezuela requiere generar riqueza, que aun cuando suena de Perogrullo, significa crear valor, poder de compra, disponibilidad de pago, empleos y demanda. Durante siglos se ha evidenciado que las empresas, en promedio, constituyen una forma organizacional muy eficiente para no solo organizar la producción y las operaciones productivas –beneficiándose de numerosas sinergias- sino como agente con intereses y posibilidades de formas de gobierno corporativo que pudiendo resultar eficientes, configuran esquemas de incentivos alineados con la generación de riqueza (luego la importancia de una política de competencia para coadyuvar a que la restricción de participación resulte vinculante y que actúe como igualdad, para evitar pérdida de peso muerto y maximizar el bienestar social). Asimismo, dichas empresas requieren de demandas robustas que impulsen sus actividades productivas.

Propuestas vacías y enunciativas como la realizada por el ejecutivo nacional, de “socializar” la actividad económica, no resuelven el problema ni organizacional, mucho menos el de incentivos. Por el contrario, parece plantear masificar un problema de la “tragedia de los comunes”, sin siquiera valorar si estamos refiriéndonos a los casos de oferta de bienes públicos o de bienes privados de consumo privado, o si estamos hablando de recursos y factores finitos y no renovables –susceptibles de congestión y/o agotamiento-.

* Economista UCV

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