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06/05/2018 04:19 PM
| Por José Guerra / @joseaguerra

El hambre como estrategia política

El hambre como estrategia política

Las cifras del hambre que padecen los venezolanos son incontrovertibles. La Encovi correspondiente a 2017 reflejó que durante ese año el venezolano promedio perdió más de cinco kilogramos de peso. Es altamente preocupante el caso de los niños quienes al no ingerir la cantidad de alimentos que exige su crecimiento, están condenados a tener retraso cognitivo y del desarrollo muscular. En el pasado se pensó que el hambre era el caldo de cultivo para las insurrecciones populares pero ello no parece cierto, porque el hambre no es un instrumento de subversión contra el régimen que la genera sino más bien es un instrumento de sometimiento a la población que la padece.

Un hombre con hambre no es un ser libre. El hambre que sufre el hombre y la mujer de Venezuela es la consecuencia de un modelo económico que donde quiera que se ha aplicado ha provocado una caída de la producción, de los salarios y sobretodo ha destruido la iniciativa de la gente para trabajar y generar riqueza. Esta, para su crecimiento, requiere un ambiente propicio, que tiene que ver la iniciativa individual para producir, crear bienes, innovar con el lanzamiento de nuevos productos y servicios, todo lo cual es contrario a un sistema opresor dirigido por una burocracia decide quién produce y qué produce. Aquí está la causa última de monumental fiasco del socialismo.

El gobierno de Venezuela parece haber encontrado el mejor instrumento para consolidarse en el poder: el hambre. Mediante un carnet, llamado de la patria o del partido de gobierno, un grupo importante de venezolanos, previamente anotados en una lista, reciben cada cuarenta días una bolsa de comida contentiva de dos kilogramos de harina de maíz, dos kilogramos de arroz, un litro de aceite vegetal, dos kilogramos de pasta, un kilogramo de granos y en algunos casos dos latas de atún de veinticinco gramos. A cambio de ello, deben acatar el llamado del Psuv a participar en sus concentraciones políticas y consecuentemente a inhibirse de formar parte de otro partido político o protestar si algún servicio no funciona en su barrio o urbanización. Si lo hiciese, primero viene la advertencia y luego si persiste, le quitan la bolsa de comida. El sistema de distribución de estas bolsas se basa en la estructura celular del Psuv ya que son los activistas de este partido quienes controlan la asignación. Con motivo de la campaña electoral del 20 de mayo, el cerco se ha estrechado sobre los sectores populares mediante este mecanismo perverso de sometimiento de un pueblo con hambre. La gente no le tiene fidelidad al Psuv sino más bien a la bolsa de comida.

Llegado el día de las votaciones, el Psuv con la lista de cada beneficiario de la bolsa de comida o cualquier otra ayuda del gobierno, se coloca en la antesala del centro de votación para asegurar que la gente asista a su centro electoral y vote por el Psuv, con el miedo por delante, al decirles que el voto no es secreto. Con este sistema malévolo se compra la conciencia del venezolano necesitado, mientras tanto a la camarilla en el poder le sobra la comida, los espalderos y los dólares para derrochar.

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