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14/01/2019 09:40 AM
| Por José Guerra @JoseAGuerra

Dolarización forzada

Dolarización forzada

En medio de una crisis política sin precedentes, el valor del bolívar respecto al dólar se ha derrumbado de forma estrepitosa. Al 11 de enero la tasa de cambio con el dólar alcanzó a BsS 2.440 denotando una subida significativa respecto a los Bs 60 por dólar del 20 de agosto cuando Maduro lanzó su propuesta económica.

Todavía más, el dólar oficial Dicom cerró el 11 de enero en Bs 799 lo que implica un alza de 1.200%. Es decir, el bolívar se ha desplomado de forma apreciable y quienes mantienen moneda nacional hoy están arruinados. Una moneda cuando experimenta una caída de esa magnitud es porque la gente la repudia y simplemente ya no la quiere como un activo. De aquí que el bolívar ha venido siendo sustituido por el dólar en las transacciones ordinarias de la economía. La razón de esta sustitución es muy clara: la hiperinflación  generada por el banco central está acabando con la cualidad del bolívar como medio de intercambio.

Es entendible, aunque no deseable, que el público no quiera mantener bolívares como instrumento para preservar su patrimonio debido a que nadie sabe cuánto valdrán esos bolívares de un día para otro y por tanto quienes se quedan con la moneda local corren el riesgo cierto de ver mermado su poder de compra cuando la vayan a usar. Al ser imposible prever el poder adquisitivo a futuro, quienes reciben bolívares rápidamente salen a desprenderse de ellos, comprando dólares o bienes pero lo que hace más grave la situación es que para no estar sujeto a ese hecho de la pérdida de valor del dinero, los comerciantes comienzan a exigir que les paguen en dólares por la venta de sus productos, porque así encuentran más fácil la reposición de los inventarios.

Ello es lo que explica el acelerado proceso de dolarización de la economía venezolana, situación que se ha exacerbado en los días que han transcurrido de enero de 2019. Esta situación entraña un grave problema para  el ciudadano y para el gobierno. Para el ciudadano porque amplía la brecha social, esta vez entre los que reciben dólares por distintas vías y aquellos que no reciben y que literalmente hoy no pueden comer. Y para el gobierno porque las transacciones de compra y venta en dólares no son objeto de pago de impuesto y por tanto el fisco se priva de recibir recursos que tanta falta hacen para financiar el gasto.

No hay un solo indicio de que el gobierno intente dar un giro en su política económica con lo cual es previsible que siga la tendencia a la depreciación del bolívar y en consecuencia a la dolarización de la economía. Lo peor de todo es que se trata de una dolarización caótica y forzada por una circunstancia concreta: una hiperinflación que destruyó al bolívar como signo monetario.

Mucho me temo que el bolívar pueda ser recuperable en un futuro plan de estabilización que necesariamente tendrá que aplicarse en Venezuela si es que queremos salir de esta crisis.

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